Wednesday, January 24, 2007

LOS HIJOS DE DON QUIJOTE


El gobierno de Jacques Chirac, urgido por los pobres sin domicilio fijo (los sin techo) ha recurrido a uno de los principios del pasado revolucionario francés – la igualdad- para salir del trance puesto por un sorprendente movimiento, Los Hijos de Don Quijote.

Este valor de la revolución democrática contra el absolutismo, muy disminuído en Chile y en América Latina, ha sido rescatado por el gobierno galo de derecha, presentando en el parlamento un proyecto de ley, que se votará en febrero y que universalizará en forma progresiva el derecho a una vivienda digna.

En el 2012, los residentes sin techo o en viviendas precarias en Francia podrán reclamar ante un tribunal para que se le exija al Estado cumplir con el derecho humano a una vivienda digna, como actualmente sucede con la educación y la sanidad.

En Paris están Los Hijos de Don Quijote, nacidos de la pareja de un actor y su amigo, que alojados en una carpa bajo el puente de Austerlitz, proyectaron a través de internet imágenes de miseria del mundo rico. La prensa y la televisión reprodujeron las vistas y la opinión pública se activó preocupando al gobierno.

Los sin domicilio fijo cubrieron el espacio público frecuentado por turistas con cientos de carpas. La respuesta oficial en vez de la fuerza policial con sus bastones fue la razón política con la iniciativa legal, destinada a resolver un problema pendiente de un grupo de ciudadanos, entre 80 y 100 mil personas (0,12 y 0,15%) de la población francesa.

Como si los sin techo chilenos hubieran acampado en la interdicta plaza de la Ciudadanía, la opinión pública hubiera simpatizado con el movimiento y el gobierno de Michele Bachelet, de centro-izquierda, diera una respuesta cívica. Un sueño, como el de los franceses del 26 de octubre pasado, cuando iniciaron su testimonio social bajo el puente del Sena.

Unos movimientos ciudadanos emergen en los países de la Unión Europea ante lo que denominan la violencia urbanística e inmobiliaria de las grandes empresas del sector y agencias financieras, como la que prolifera en la España del Mediterráneo (Marbella, Benidorm, etc) y la de las grandes ciudades (Barcelona, Madrid, Sevilla, etc) ejercida por la especulación de los megaproyectos urbanos y de la multiplicación de viviendas vacías.

Un Relator Especial de Naciones Unidas, Miloon Kothari (como los que iban a Chile en los 70 y 80 a conocer el estado de los derechos humanos) en su misión a España concluyó que el interés bancario de las hipotecas, la carencia de vivienda pública y la especulación en el uso del suelo tiene sumido al país en una grave crisis de vivienda y recomienda al gobierno socialista reconsiderar la actual política económica y social.


También en Chile surgen movimientos ciudadanos ante esta misma violencia urbanística e inmobiliaria como los de Ñuñoa y Vitacura. Ambos están enfrentando la agresivividad de las inmobiliarias apoyadas por los alcaldes de esas comunas. Asimismo, los deudores hipotecarios mediante su acción directa y el diálogo consiguen que el gobierno intervenga en un problema social que compromete el derecho a la vivienda, el mismo derecho que exigen Los Hijos de Don Quijote y los sin domicilio fijo, que también mediante la acción directa, están consiguiendo que el Estado lo reconozca y garantice a toda la población.








Wednesday, January 10, 2007

LA GRAN CONCERTACIÓN


De vuelta de vacaciones, se precipitarán evaluaciones con motivo del primer aniversario del gobierno de Michele Bachelet, el cuarto de la Concertación. Las encuestas, como le es propio, retratarán un presente, lo inmediato, pero se hace necesario extender la mirada. Ello requiere disponer de información procesada suceptible de interpretación y predicción sobre las políticas comprometidas.

La participación ciudadana es una de esas políticas llamadas a distinguir a este gobierno de los tres anteriores. En este campo, el sistema electoral binominal fue el compromiso más relevante. Una comisión ad hoc inició un proceso de consultas, estudió alternativas, evacuó un informe en vista a la elaboración de un proyecto de ley para que los parlamentarios debatieran y decidieran.

El resultado no pudo ser más sorprendente. A la negativa de los partidos de la Alianza a participar de un cambio de sistema, los de la Concertación, conocido el informe, se plegaron a la decisión de la Alianza: “perfeccionar el sistema”. El Gobierno quedó sin apoyo, mas la propia Presidenta fue desautorizada por partidos de la Concertación cuando planteó la idea de convocar a un plebiscito si la Alianza bloqueaba el proyecto en el parlamento.

Los partidos oficialistas renunciaron al cambio del sistema, plegándose a una parte de la oposición que estudia un “perfeccionamiento”, es decir, reafirmarlo con una fórmula que conceda un cupo al partido comunista. Ha sido un “compromiso retórico” durante 15 años, señaló Edgardo Böeninger, tras fracasar la misión que le encargó la Presidenta Bachelet. “Los parlamentarios de la Concertación y de la Alianza no desean cambiar ni los territorios ni los electores”, dijo.

La predicción hecha por el ex Presidente Lagos en su cuenta anual del 2004 se ha cumplido. Los parlamentarios de todo el espectro político coinciden en continuar repartiéndose los escaños de acuerdo a una de las principales herencias de la dictadura de Pinochet: el sistema binominal.

Un sistema electoral en que dos bloques de partidos determinan quienes serán sus diputados y senadores, ratificados, en la gran mayoría de los distritos y circunscripciones, por los ciudadanos; un principio semejante (aunque no con resultados iguales) a lo que sucedía en la Unión Soviética, en que un partido determinaba a sus candidatos y los ciudadanos concurrían a ratificarlos en las urnas. En el caso chileno las posibilidades de elección de los ciudadanos son mínimas; en el caso soviético eran nulas.

La lógica del binominalismo electoral es clave para cerrar intentos de apertura que contradigan los principios fundamentales del modelo de desarrollo político, económico y social, cuyo dinamismo se sustenta en un incremento ininterrumpido de un desigual reparto del poder, de la riqueza de los ingresos y de las oportunidades entre los diversos sectores sociales y culturales de la ciudadanía. Aquello que con cierto cinismo, de vez en cuando, se le llama “escándalo social o moral”.

El discurso de la Presidenta sobre participación ciudadana no ha tenido ambiente en los partidos que la apoyan. Éstos continúan como viviendo en una “transición política” (aunque la declaran concluida) con una ciudadanía de mínima intensidad, inexpresiva. Ya el mismo concepto de participación (a no ser que sea subordinada), incomoda.

En vez de ciudadanos prefieren videntes de espectáculos fabricados por las televisiones con el material que extraen de delitos, corrupciones y surtido de banalidades políticas y de la farándula. Formas mediáticas que afianzan a un ciudadano alejado del conocimiento, del debate, de la iniciativa y de sus capacidades de decisión, más allá del acto de comprar y vender, indispensable para construir sentido a sus vidas en la familia, el barrio, el estudio, el trabajo, la sociedad; en suma, en la política.