El PP y el PSOE que se han alternado en el gobierno durante 35 años ya
no pueden hacerlo ni con los nacionalistas vascos ni catalanes. Tampoco con los
partidos emergentes: Podemos y Ciudadanos. Sólo quedan ellos, que se unan en gran
coalición, la fórmula alemana, pero uno u otro se rompería. Es la prueba del
ocaso del pacto social de la Constitución de 1978.
Mariano Rajoy en la noche del 26J, como es: sereno |
El Partido Popular (PP) ganó las elecciones generales al quedar en mejor posición para formar un nuevo gobierno
que tras las elecciones del 20 de diciembre pasado (20D). Aumentó en 14 el
número de diputados, de 123 a 137, faltándole el apoyo de 39 para conseguirlo.
Unidos Podemos (UP) -alianza de
Podemos; Izquierda Unida (IU); Equo, ecologista; confluencias territoriales
catalanas, valencianas, gallegas y mallorquinas- perdió las elecciones al
quedar en tercera posición, sin posibilidades de influir en la formación de
gobierno tras perder po más de un millón de votos, aunque mantiene los 71
diputados que obtuvo Podemos más IU el 20D.
Un resultado sorprendente que
refutó todas encuestas que daban a UP como segunda fuerza, superando a los
socialistas (PSOE) por primera vez en 40 años e incluso, algunos de los sondeos
situaron a la coalición de Pablo Iglesias a tres puntos del PP. Al final, los
pronósticos no alcanzaron a registrar el envión en horas que experimentó la
candidatura del PP de Mariano Rajoy, un aumento de votos en 4,72 puntos respecto a las elecciones del 20D,
del 28,72 al 33,03%.
La campaña se polarizó entre el
PP y UP, mientras el PSOE, desorientado, parecía quedar fuera de competencia ante
la nueva alianza de izquierdas. Mantuvo la segunda mayoría, quedando en
posición de definir si hay o no nuevo gobierno. No obstante, el PSOE volvió a
obtener los peores resultados de su historia: 106 mil votos y cinco diputados
menos, de 90 a 85 respecto al 20D. Ciudadanos, relegado a una cuarta posición, debilitado,
perdió su capacidad de negociadora al recibir 314 mil votos menos y disminuir en
ocho su representación, de 40 a 32 diputados.
En la última semana de campaña,
los pronósticos decían que UP estaba a tres o cuatro puntos del PP y cinco
sobre el PSOE. En sus mítines comenzó a corearse “a ganar al partido popular”,
aunque el PSOE, en un último esfuerzo, parecía acortar distancias. A tres días
de las elecciones sobrevino algo inesperado, contra todas las predicciones: la
mayoría de británicos votaron la separación del Reino Unido de la Unión
Europea.
Una bomba fabricada por
británicos estallaba en su propio territorio. El efecto inmediato fue la súbita perplejidad que se apoderó de los
ciudadanos, incluidos a muchos de los que optaron por la separación.
Desconcertados, un vacío vital se expandió
por todos los rincones del Reino. Ahora qué pasará, se preguntaban. Los
triunfadores, incrédulos, eran incapaces
de responder a las preguntas que corrían a toda velocidad.
Una paisaje humano desolador, como
si se fueran víctimas de un ataque desconocido, a gran escala, que impactaba a
todos, dejándolos aturdidos, sumidos en el reino de la incertidumbre. Había la sensación
de que la vida quedaba suspendida, en el aire, en una nube que se desplazaba
fuera de control. Esas percepciones se trasladaron rápidamente sobre el
continente.
Rajoy acierta
En España, a tres días de las
elecciones, la nube contaminada ocupó las primeras planas de los medios, la
bolsa española en un día se vino abajo como nunca, la reacción oficial por boca
del presidente-candidato Mariano Rajoy, que había llamado a concentrar el voto
en el PP, porque “si se divide se acaban aprovechando los malos” como identificó
a UP en la recta final, dejó caer su
último mensaje: “no es momento para añadir incertidumbres”. Lo hacía a menos de
48 horas que se abrieran las urnas,
Esas palabras, dichas en medio de
una inquietante desorientación en Europa, dieron vueltas por las cabezas de
millares de electores durante el “día de
reflexión”(sin campaña). Resultado: la estabilidad se sobrepuso ampliamente a “los
malos” de Pablo Iglesias, que perdieron
1.062.704 votos, quedando terceros, a 375 mil votos del segundo, el PSOE.
el PSOE to be or not to be
Mariano Rajoy ha quedado en una
posición favorable para formar gobierno, pero tendrá que vencer las grandes
resistencias incoadas en cuatro años de excesos autoritarios, de desprecio por el
debate parlamentario; de corrupción extendida
en el PP y de mano tendida a banqueros y grandes inversores y recogida para los sectores medios y bajos de
la sociedad.
Cuenta a su favor con una mayoría
de diputados a nivel estatal: el bloque de derecha (PP más Ciudadanos) tiene
169, mientras el de izquierda (PSOE más UP) tiene 156. Le faltarían 7 votos en
caso que Ciudadanos renuncie al veto a Rajoy (no así al PP). Si no arriban,
como probablemente sucederá, le quedaría una única alternativa: que el PSOE le
facilite la investidura absteniéndose en segunda votación (los votos favorables
a Rajoy sumarían más que los que votan en contra).
Paradojalmente, el PSOE ha
quedado atrapado entre ayudar a formar un gobierno del PP en minoría o terceras
elecciones. La derrota de Sánchez – “ni apoyo ni abstención”- ha incentivado a sus críticos internos que
prefieren una negociación que evite a toda costa nuevas elecciones. Mientras
tanto Rajoy, fortalecido en sus filas, aspira a encabezar un gobierno mínimo.