Thursday, December 14, 2023

A 50 años, NO + desmemoria

La página abierta de los 50 años del golpe de estado comienza a cerrarse. ¿Qué deja? La certeza de que la herida sigue expuesta, no ha logrado sanar y continua doliendo.

A 50 años, una sociedad fragmentada.

Una discordia ácida entre derecha e izquierda creó una atmósfera de disputa por el relato del golpe: si éste fue un acto de salvación o de destrucción; si se justificaba o se condenaba; si los reponsables habían sido las víctimas o los victimarios; si fue un acontecimiento inevitable o evitable; si unos y otros habían aprendido las lecciones. Una estela de impugnaciones y odiosidades se intercambiaron dando la espalda a los hechos revelados en la historia de este medio siglo.

Persisten las divisiones de antaño, como si en estos 50 años nada nuevo se hubiera descubierto ni nada hubiera que revisar ni tampoco reconocer. Pareciera que el tiempo hubiera congelado el pensar de nuevo, escuchando e inmovilizando sentimientos básicos, humanos. Traumas cronificados sintomatizan la sociedad chilena.

Ahí está la verdad y justicia, paralizada por la inercia. Hubo de pasar medio siglo para que un Presidente de la República, ante la evidencia que las desapariciones de personas fueron crimenes cometidos por uniformados y civiles al servicio de la dictadura, se atreviera tomar el toro por la astas. Ahora será responsabilidad del estado buscar, encontrar, identificar a 1.092 desaparecidos y dar con la justicia, de acuerdo a un “Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia”.

La transgresión de los derechos humanos tiene fecha 11 de septiembre, el día en que fueron anulados. Las cámaras fueron cerradas “hasta nueva orden” y las armas comenzaron a intimidar y matar al “enemigo interno”, al sospechoso de serlo e incluso al que fue confundido o al que el azar le jugó una mala pasada.

Cincuenta años después, testigos y generaciones sucesivas se sintieron llamados a rememorar, unos; a conocer, otros, retazos de diferentes actividades o momentos en museos, centros culturales, teatros, auditorios y en el espacio abierto urbano y suburbano a lo largo de “la loca” geografía física y humana chilena.

En la conmemoración hubo expresiones de innumerables facetas del medio siglo recordado. Desperdigados en lugares como los mencionados, esos pedazos de historia fueron parte de sentimientos que sobreviven a pesar de la desmemoria.

La Negra Ester, 35 años después de su estreno 

Las décimas de la Negra Ester...

En septiembre, en el Teatro Marconi (hoy Nescafé de las Artes) reapareció “La Negra Ester”, el musical autobiográfico de Roberto Parra que puso en escena el dramaturgo Andrés Perez en 1988.

“La Negra Ester” representa un pasaje de la vida del folclorista y cantautor Roberto Parra (hermano de Violeta y Nicanor) en una casa de prostitución en el puerto de San Antonio. Allí llegó a animar “los bajos fondos”. Las décimas, un lenguaje oral y popular, tramado de picardías, tristezas y dichas, vertebran su drama romántico con Ester, la prostituta de la que se enamoró, se peleó, se rejuntó, hasta separarse en medio de la música, el baile y el amor.

Fue escrita en 1971, cuando campeaban tiempos pletóricos de la Unidad Popular. La alegría de la fiesta y de los amores que iban y venían, fugaces e intensos, se correspondían con los rasgos de un mundo popular atrevido que, agrupado, con desenfado buscaba un lugar prominente en la sociedad. Pero la obra ahí quedó, como todo en ese momento, a medio camino.

El libro en décimas, prologado por Nicanor, vió la luz en medio del “apagón cultural”, en 1980. Pero, ocho años después, 1988, fue cuando se iluminó el firmamento de la cultura chilena en forma sorprendente en la plaza de Puente Alto y en la terraza del cerro Santa Lucía.

atrae seis millones de espectadores

Recién la dictadura había tenido que comerse una derrota ya sin vuelta. La alegría estaba en la piel. Los ojos, desde los suburbios y el centro de Santiago, sorprendidos por el triunfo de No+ dictadura se entregaban a celebrarlo disfrutando de un musical que representaba a unos sujetos y maneras de expresarse indicando un miedo en retirada.

Un “ethos popular” que se expresaba con un lenguaje creativo, dicho con soltura, picardía y humor, impactó a un público dispuesto a celebrar una obra de teatro sin censuras. Un público con el sabor de un triunfo inédito se maravillaba con la creación artística de un mundo popular que venía de vivir años de maltrato y crueldad.

La calidad de la puesta en escena y un público desbordante atrajo a medios de comunicación, que abrieron espacios y páginas a entrevistas, reseñas e imágenes. La “Negra Ester” en estos años, se presentó con 25 temporadas por regiones de Chile, 5 giras por la Europa nórdica, latina, germana y anglosajona y la América gaucha, andina, y anglosajona. Una obra que ha reunido seis millones de personas, la más vista en la historia del teatro chileno.

Entrecruces de la memoria en Museo de Bellas Artes (2023)

La transgresión a la única dirección

La “Negra Ester” de Roberto Parra encantaba en plazas y terrazas a un público diverso, el mismo que desbordaba alegría por el triunfo del No. Ese No + fue la consigna concebida y creada por Lotty Rosenfeld, artista visual, que inspiró y diseñó una renovación de la propaganda política en el espacio público.

La artista había decidido, en 1979, iniciar intervenciones visuales en la calle, lugar entonces bajo control militar, y que prolongó hasta el 2008. Una opción política realizada al formar un entrecruzamiento de dos líneas sobre el pavimento, interponiendo una línea en sentido horizontal a la vertical dibujada en calzadas urbanas y ruteras que obligan a mantener una única dirección.

De este modo, la artista cuestiona la raya que fuerza a seguir un camino único bajo pena de castigo por infringir un código reglamentario y a su vez propone a la ciudadanía a que reflexione sobre la imposición de seguir una sola dirección. Busca estimular que el ciudadano asocie esta obligación a experiencias de su relación cotidiana con la autoridad en un contexto de estado de emergencia permanente.

Una intervención atrevida, valiente y arriesgada de Lotty Rosenfeld, que en vez de quedarse en el “confort” de las galerías de arte salió a una búsqueda repleta de incertidumbres que respondiera a su pregunta: ¿Cómo puede el arte aportar a la lucha por la libertad? De 1979 a 1989 fueron muchas sus instalaciones, algunas fugaces, como así fueron también las detenciones policiales por sus transgresiones a normas a la vista de todos.

NO +

El signo + en el trayecto urbano y rutero alcanzó 17 ciudades en 34 países, como Washington, con la Casa Blanca en el fondo (1982), París, junto al Arco de Triunfo (2008) y en Berlín, cruzando el paso de Checkpoint Charlie entre Oeste-Este (1983). Acciones no exentas de peligros, como en Linz (Alemania), cuando intervenía junto al puente de los Nibelungos: un helicóptero, desde lo alto, se le acercó mientras un pelotón de polícias la rodeó, examinó cuidadosamente y la obligó abandonar la ciudad.

Lo que comenzó en el pavimento trepó en muros y descolgó desde puentes y edificios de la ciudad. Corría 1983, cuando la ciudadanía estalló, masiva y coordinada, convirtiendo la ciudad en un nutrido archipielago de protestas de diferenes sectores de la sociedad. Entonces, saltó a la calle el movimiento de “Mujeres por la Vida”. Rosenfeld se apuntó con su creatividad asociada a la política con el símbolo del ser más: NO +, porque Somos +.

El NO + plantea iniciar algo, sugiere un hacer o un deseo. El No + denota rechazo y connota cambio. A su vez deja la consigna abierta, inconclusa; sugiere a que otros la definan, completen. Esa es su cualidad, suscitar implicación, participación ciudadana en la construcción de la consigna del cambio: No + desaparecidos; No + violencia; No + tortura; No + dictadura.

Cada colectivo le daba sentido a la consigna. El No + echó raíces en la ciudadanía, trascendió fronteras mentales y físicas al hacer las veces de un prefijo de muchas palabras que refieren una realidad de un momento determinado, como hoy podría ser No + guerra... hambre... genocidio... abusos... fake news.... violencia machista...

El arte enaltece el encuentro en el espacio público

Roberto Parra, “el tío Roberto” (1921-1995) y Andrés Pérez (1951-2002) dieron vida y forma al teatro. Su puesta en escena al aire libre deslumbró a un pueblo al que le había vuelto la esperanza al cuerpo.

Lotty Rosenfeld (1943-2020) tomó una posición de vanguardia cuando los chilenos sobrevivían en la retaguardia. Salió a la intemperie donde cohabitaban una violencia súbita y el miedo en el cuerpo. Dio a luz un signo que sugería una acción política: NO + porque Somos +, un tónico que alentó a la ciudadanía a volver al espacio público.

Parra, Pérez y Rosenfeld se encuentran en lugares abiertos, como militantes de la belleza y del arte con un sello comunitario y político. Pérez un enamorado del teatro con colorida estética popular, buscaba reunir un público en un amplio espacio común y Rosenfeld comprometida y resiliente artista visual con memoria y creación, a cincuenta años del golpe de estado, nos interpelaría en el espacio público: No+ desmemoria.


Sunday, August 28, 2022

¿CAMBIAR DE RUMBO?

 


El plebiscito del 4 de septiembre decidirá si la propuesta de nueva Constitución será o no la carta de navegación para recorrer una larga y lenta travesía que supere la crisis política y social que estalló en forma violenta hace tres años.

La crisis que la originó continua viva, circula por cauces institucionales abiertos con el Acuerdo por la Paz, diciembre de 2019: congreso aprueba normas, referéndum de entrada, elección de convencionales, proyecto de nueva Constitución y referéndum de salida.

El texto constitucional propone un nuevo pacto que cambia el rumbo del país; señala una ruta para una sociedad que no ha sido capaz de superar marcadas divisiones desde hace casi medio siglo.

La Constitución es un comienzo, no un final. A través de ella, y sus enmiendas, se realiza el pacto social mediante la actividad política: acuerdos, leyes e iniciativas que impliquen a la sociedad.

Este proceso en marcha se distingue de los que dieron vida a las tres constituciones anteriores nacidas de una guerra, una intervención militar y una dictadura cívico-militar


Como nacieron las constituciones

Las Constituciones de 1833, 1925 y 1980 nacieron de rupturas violentas que acabaron con “vencedores y vencidos”.

La guerra civil entre conservadores y liberales en 1829-30 dió paso a la Constitución del 33, que en su primera versión (hiper-presidencialismo) acabó en una guerra civil en 1891 y con el presidente muerto. La facción vencedora le dió una nueva versión (parlamentarismo), que acabó con un golpe militar el 9 de septiembre de1924.

Golpes militares de 1924 y 1925, un presidente que gobernó con decretos leyes, sin Congreso, fue el marco para una nueva Constitución aprobada por una comisión no electa, bajo intimidación del ejército y refrendada en un plebiscito con votos marcados. Tardó siete años en ponerse en marcha y acabó en 1973 con un golpe de estado, la Moneda ardiendo y el presidente muerto.

La Constitución del 80 nació bajo una dictadura cívico militar sin reconocer los derechos fundamentales de la población. Redactada por un grupo designado (con correcciones militares) fabricó un plebiscito sin registros electorales.

Fue concebida “para siempre” con la exigencia de 2/3 del Congreso para reformarla. De esta forma, gobernaran unos o sus contrarios, quedaban atados a un estado subsidiario que protegía y entregaba a poderosos grupos económicos privados la conducción del desarrollo del país.

Las reformas hechas, con consentimiento de la derecha, no fueron eficaces para contener el aluvión de malestar social que creció con la normalización del abuso, de la corrupción y la indiferencia de la élite y acabó en un violento estallido social, origen del proceso constituyente en curso.


Nada parece igual, desde 2019...

La novedad del actual proceso constituyente es que la violencia (o ruptura) no tuvo ni rostro militar ni oligárquico, sino popular y que la ciudadanía chilena reaccionó como nunca antes: ocupó masivamente el espacio público de las principales ciudades del país y pidió un cambio de verdad.

La élite política, atemorizada por la crisis abierta, aceptó y aprobó algo también inédito: que la ciudadanía decidiera democráticamente si cancelar o no la Constitución de 1980 mediante referendums y convención constitucional electa en forma directa, paritaria y con escaños para representantes de pueblos originarios.

Lo que se votará el 4 de septiembre es la nueva ruta propuesta para cambiar el rumbo del país, enfilándolo hacia un estado democrático social de derecho, inclusivo, descentralizado y sostenible. Es el resultado de las decisiones que por más de dos tercios de los convencionales (103/154) dieron forma al articulado del proyecto constitucional, que recibió el consentimiento de 117 de ellos, promedio.


...tres años después, ¿?

En 22 meses el proceso constituyente encauzó la crisis. Las deliberaciones “a cielo abierto” de la Convención Constitucional mostraron divisiones de profundo calado que vienen de lejos, aumentada por medios de comunicación que alimentaron la crispación.

El texto constitucional señala un cambio de rumbo, lo que ha concitado la beligerancia de partidarios del Rechazo: la derecha, extrema derecha y connotados disidentes de partidos de centro izquierda, favorecidos por el poder mediático y económico. Lo consideran un peligro para el futuro de la democracia y la integridad territorial del país.

El 4 de septiembre, en caso que fuese refrendada la Constitución propuesta, sería la primera que conseguiría una legitimidad democrática de origen al cumplirse plenamente con los procedimientos subscritos en el Acuerdo por la Paz. En caso contrario, continuaría rigiendo la Constitución del 80, la misma que fuera rechazada por amplia mayoría (78,2%) en 2020, abriéndose un nuevo periodo político de imprevisible recorrido.



Friday, October 25, 2019

SEIS NOCHES QUE CONMOVIERON LA CIUDAD DE CERDÀ

Ildelfons Cerdà, (1815-1876), uno de los padres del urbanismo moderno, diseñó la trama de la Barcelona moderna, espacio donde se vivieron seis noches impresionantes. Tras lo vivido resalta Cataluña sin rumbo. Lo perdió cuando omitió suscribir su independencia y minutos después perdió su gobierno y autonomía (2017). Cinco meses después la recobró, pero optó por renunciar a ejercer un gobierno autónomo (2018). La Generalitat, hoy día, es una institución puesta a administrar las cosas y a ser usada como bastión del independentismo (2019). ¿Que esperar? que Esquerra Republicana en 2020 haga un buen gobierno, de amplia base política y social e inicie un diálogo político con el gobierno español en vista a acordar una fórmula pactada que dirima el conflicto en un referéndum. La idea es de Oriol Junqueras dicha desde la prisión en enero de 2018.   

La sentencia del Tribunal Supremo (TS) condenó a 9 dirigentes independentistas con penas de cárcel entre 9 y 13 años por sedición, delito muy discutido entre catedráticos de derecho penal y magistrados que han ocupado cargos en el Supremo y Constitucional. Sanciones consideradas desproporcionadas, toda vez  que el propio TS evidenció que los actos cometidos no pretendieron la escisión de España, sino forzar al gobierno español (del partido popular) a abrir un diálogo político.

Oleadas del tsunami...

Sin embargo, los comentarios y alcances de la sentencia fueron rápidamente superados por las reacciones de creciente indignación que, en horas, sorprendieron con el asedio al aeropuerto internacional de Barcelona. Miles de manifestantes desafiaron a la policía catalana que en forma resuelta impidió la ocupación del terminal aéreo mediante sucesivas cargas. 

Mientras tanto, autopistas y principales accesos a la ciudad eran cerradas por manifestantes. Olas de protestas se levantaron en diferentes localidades del territorio hasta que llegó la noche y el talante de la protesta transformó el espacio urbano. Las fuerzas del orden y de la revuelta se desplegaron en el centro de la trama del área moderna de Barcelona durante seis noches. Sucesos similares sucedieron en las tres capitales provinciales catalanas (Girona, Tarragona, Lleida) y en algunas comarcales, como Sabadell y Reus. 

La violencia de los enfrentamientos de miles de personas y policías en un campo cercado por barricadas de fuego (alimentadas por 1.044 contenedores, 358 cubos de basuras) conmovieron a la ciudad en seis jornadas nocturnas de luchas urbanas de cinco a seis horas. En este escenario la furia y la brutalidad se confundieron, a menudo al margen de toda norma, dejando 600 heridos (312 manifestantes y 288 policías), 4 personas mutiladas (con pérdida de un ojo), 13 hospitalizadas (1 muy grave). Las noches violentas acabaron por abrir nuevos surcos en el conflicto catalán. 

... desbordan a Torra 

La represión a cargo de la policía catalana y española bajo un mando coordinado a cargo de la conselleria d'Interior (algo impensable dos años atrás) ha quebrantado la confianza entre el president de gobierno catalán, Quim Torra y los Mossos d'esquadra (policía catalana). La paradoja de esta situación es la dualidad que convive a duras penas en el seno del gobierno.

Por una parte, el apoyo al conseller Miquel Buch que califica de "profesional" la actuación policial y por otra, el president Torra que aprecia una policía que se ha extralimitado y, por lo tanto, que debe ser investigada hasta proceder a una "depuración de responsabilidades". Los partidos que apoyan al gobierno se dividen en opiniones muy diversas: desde el rechazo explícito, pasando por el recelo, hasta el apoyo con diferentes grados de convicción y entusiasmo.
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Las noches de manifestaciones violentas han puesto a Torra en la tesitura de optar entre su perfil de gobernante o de activista: respaldar a la institución policial catalana o complacer a los sectores radicales del independentismo enfrentados a los mossos d'esquadra

Fue en el sexto día desde que se iniciara los enfrentamientos en las calles, cuando Torra, forzado por circunstancias que ya lo desbordaban, condenó la violencia y acto seguido exigió urgencia en averiguar sobre los excesos de los mossos para "depurar responsabilidades" y mantuvo en suspenso los apersonamientos a las acusaciones contra los detenidos por la policía catalana y nacional (de las 194 detenciones, 154 fueron efectuadas por mossos, 32 por policías nacionales y 8 por la guardias urbanos).  

La torpeza del president 

Los hechos provocados por la sentencia han confirmado la debilidad política del gobierno catalán, junto con ratificar la fortaleza del movimiento independentista demostrada en el asedio al terminal aéreo, en los cortes de vías de comunicación (viales, férreas) y, especialmente, en la manifestación pacífica que reunió a más de 500 mil personas en el mismo espacio urbano de las encendidas y violentas noches. 

El president Torra en un intento por liberarse del molesto tema de la violencia y represión que lo atenazaban quiso cambiar la agenda: ir del orden público al conflicto político. Para ello durante cuatro días consecutivos llamó por teléfono a Pedro Sánchez con el fin de sostener una entrevista y reiniciar un diálogo político para resolver el conflicto de fondo. Su intento fracaso. Simplemente, Sánchez no respondió a sus llamadas. 

El presidente en funciones está en una campaña electoral para ser elegido presidente el 10N. Contra el tiempo busca votos de centro en su cada vez más ajustada competencia con el partido popular. Atender una entrevista con Torra habría sido un regalo para los populares. Además ¿qué valor tendría la palabra del candidato socialista sobre el conflicto catalán si puede que en un mes más ya ni siquiera sea el presidente del gobierno de España? 

En quince días más ...

La sentencia del TS y sus efectos inmediatos, en particular la seis noches que conmovieron a Barcelona, han dejado sin oxígeno al gobierno de Quim Torra. Una vez más ha demostrado su carencia de liderazgo para evitar o sortear problemas y señalar una perspectiva realista. Ejemplo de ello es su indisposición manifiesta con la policía catalana ante sus actuaciones represivas y su incapacidad de reconocer el valor de los tiempos en política al anunciar un nuevo referéndum en la actual legislatura o pretender iniciar un diálogo político en plena campaña electoral en España.

El talante activista de Torra ha conducido a una situación extraña: que sea el ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska el que valore a los mossos d'esquadra (la situación más difícil en orden público que han enfrentado, según su director), mientras el president catalán los impela, lo opuesto a la situación de la policía catalana hace dos años, cuando el gobierno catalán los reconocía como "patriotas" a diferencia del gobierno español que los acusaba de incumplir sus deberes profesionales.

En quince días los resultados del 10N incidirán en los dilemas del independentismo y en el conflicto catalán/estado español. Es probable que las elecciones catalanas aparezcan en horizonte para decidir qué camino emprender: si el de reestructurar la alianza política para ir a hacia un diálogo con el gobierno español o persistir en la "vía unilateral" en una nueva "fase de confrontación con el estado español", ideada por Carles Puigdemont.















  


Wednesday, September 25, 2019

LA ÉLITE POLÍTICA NO CONECTA

La incapacidad de los partidos de pactar o compartir planes y gestión de gobierno para  encauzar y superar las crisis (económica, territorial y política) que están afectando a España desde el comienzo de la década produce honda frustración en la sociedad. Los ciudadanos han votado por el acuerdo político en las tres últimas elecciones. La última, el 28A, lo han hecho en favor de un acuerdo progresista de izquierdas. Pedro Sánchez, mandatado para concretarlo, no pudo o no quiso

Cuatro años, cuatro elecciones 

Finalmente el presidente "en funciones", Pedro Sánchez optó por ir a nuevas elecciones generales en busca de un gobierno de partido único en vez de ser investido presidente de un gobierno de coalición (Partido Obrero Socialista Español (PSOE)/Unidas Podemos (UP) contando con votos y abstenciones suficientes para sumar más que los partidos de derecha y de extrema derecha. 

La repetición de la elección del 28A será la cuarta elección en cuatro años, algo inusitado en los 41 años de democracia parlamentaria española. Esta situación representa la voluntad de los ciudadanos por superar el bipartidismo, pero los partidos mayoritarios (PSOE y PP) no parecen admitirla ni asumir sus consecuencias. 

Los españoles progresivamente percibieron en los partidos mayoritarios, en especial el Partido Popular, la aplicación de políticas de austeridad que derivaron en desempleo de larga duración, incremento de la pobreza, aumento de las desigualdades sociales, descenso en las remuneraciones y precariedad de los contratos laborales. 

Además la población evidenció la corrupción política de los partidos en el poder: financiación ilegal los mismos a través de contratos públicos con empresas privadas, negligencia ante prácticas abusivas del sistema financiero, fraude al estado de una amplia gama de dirigentes políticos sea en provecho personal o de sus propios partidos.

El cambio: del bipartidismo al multipartidismo

Todo ello influyó para que el bipartidismo se trizara el 2015 con la irrupción de dos partidos estatales: Podemos, agitando el cambio social y democrático ante el avance de las políticas de austeridad del gobierno del PP recortando derechos políticos y sociales y Ciudadanos, de origen catalán, que se extiende por todos los territorios de España propiciando la regeneración democrática ante la corrupción política y el 2018 emerge Vox con un talante político de nacionalismo posfranquista e ideas económicas neoliberales.

El cambio político en la sociedad española en esta década está a la vista: mientras el PP y el PSOE reunían el 83,91% de los votos ciudadanos en 2011, ahora, en 2019, reúnen el 45,38%. Sin embargo, los partidos mayoritarios se resisten a asumir esta nueva realidad y chocan contra la expresión de los ciudadanos en las tres últimas elecciones: pactar, formar gobiernos de coalición, como sucede en la mayoría de los países europeos, algo muy propio de los sistemas de democracia parlamentaria.

Con el asentamiento de Podemos, Ciudadanos y la aparición de un tercero, Vox y con la fractura del nacionalismo catalán con el estado, ya no es viable, como lo fue por 38 años, la formación de gobiernos a partir de mayoría absoluta de votos de uno de los dos partidos partidos mayoritarios (favorecidos por la ley electoral) o de pactos con partidos periféricos, nacionalistas, catalán o vasco.

Gobierno de partido único o gobierno de coalición

En 2016, el gobierno de Mariano Rajoy se formó gracias a la abstención de su rival, el PSOE, que para hacerlo tuvo que destituir a su secretario general, entonces Pedro Sánchez. Tres años después, el mismo Sánchez no acepta ser presidente de un gobierno de coalición con UP y desdeña la abstención de Esquerra Republicana, el partido independentista catalán. Prefiere apostar a nuevas elecciones con la expectativa de incrementar sus actuales 123 escaños (se forma gobierno con 175).

El 91,6% de los ciudadanos españoles, según un sondeo publicado en El País, se declara decepcionado, enfadado y preocupado (en ese orden) de dirigentes políticos incapaces de pactar como "lo sugería" el resultado de las elecciones (la expresión de la voluntad de los ciudadanos). .

La mayoría de españoles el 28A se pronunció por un no claro a un gobierno de las tres derechas y un a un gobierno pactado encabezado por el PSOE y formado con apoyos similares a los que recibió la moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy en 2018. Sin embargo, Pedro Sánchez conocido los resultados electorales se fijó establecer un "gobierno de partido único" chocando con la propuesta de "gobierno de coalición" de UP, su "socio preferente" como lo definió tres días antes del 28A.

El "no es no" a Iglesias y Unidas Podemos

Pedro Sánchez con el mandato de reunir una mayoría parlamentaria para ser investido sólo logró un voto más de los 123 de su partido en cinco meses. El PP y Ciudadanos no prestaron atención a sus llamados a abstenerse; quedando como alternativa negociar con UP dispuesta a participar en un gobierno, fórmula que contaba con la disposición favorable de partidos que habían apoyado la moción de censura de 2018.

Pero Sánchez rehusó formar un gobierno de coalición. A una semana de votarse la investidura, sorprendió a todos vetando a Pablo Iglesias a ser parte del gobierno "por haber puesto en duda la democracia de España" (a raíz de su opinión sobre los presos catalanes)  y cerró toda posibilidad de acuerdo cuando cuatro días antes para que expirara el plazo y se convocara a elecciones, desde la la Moncloa, sentenció: "ni yo ni el 95% de los españoles dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno".

La amplia decepción y enfado ciudadano luego del fracaso de un pacto de gobierno dando vía libre a la repetición de elecciones vuelve a aumentar la incertidumbre sobre el futuro político español. Asoma el fantasma de la abstención, que todos señalan perjudicaría más a las izquierdas, lo que hace reaparecer la posibilidad de que las derechas puedan lograr mayoría parlamentaria y formar gobierno o bien que se repita en forma corregida la situación actual con un Sánchez reforzado (aumento importante de escaños) para pactar un gobierno. ¿Con quiénes?








Monday, August 05, 2019

LA DEMOCRACIA NO ES SÓLO VOTAR

La mayoría de españoles no quiere ir a nuevas elecciones, serían las cuartas en cuatro años. Los votos del 28A hablan de confiar en un gobierno de coalición de izquierdas encabezado por el socialista Pedro Sánchez y rechazar un gobierno de coalición entre derechas y ultraderecha. Sin embargo, la paradoja es que ni el  PSOE ni UP confían, aún después de 10 meses de la "entente” valorada por los ciudadanos en abril.   

Las izquierdas fracasan en el primer intento

Las izquierdas representadas por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y de Unidas Podemos (UP), paradojalmente, han concluido en dar un paso que abre una segunda oportunidad a las derechas a gobernar España, luego que fracasara una negociación, de no más de cuatro días, para investir como presidente al socialista Pedro Sánchez.

Si el candidato socialista no consigue una mayoría para ser investido presidente en un segundo intento, el próximo 20 de septiembre, los ciudadanos serán convocados a concurrir, el 10 de noviembre, por cuarta vez a las urnas en cuatro años, algo que rechaza una amplia mayoría de españoles.

El PSOE mandatado por el Rey para reunir una mayoría parlamentaria y formar gobierno fracasó en su primer intento, después de 88 días desde que ganó las elecciones. No logró atraer a partidos de derechas a una abstención que habría evitado una negociación con UP ni tampoco consiguió persuadir a éstas a que apoyara la investidura a cambio de un pacto.

Sánchez, tuvo el gobierno a la mano

Lo sorprendente es que Sánchez tenía reunido los votos necesarios para ser elegido en segunda votación: 173 votos a favor y 170 en contra, suficiente para ser el primer presidente de un gobierno de coalición (con Unidas Podemos) en la democracia parlamentaria de 41 años.

Pedro Sánchez dejó pasar una oportunidad inédita ante un electorado que le había reconocido como “buen gobierno” su gestión de 10 meses, que, aunque minoritario (85 diputados), había conseguido estabilidad con el reconocido aporte de UP en el parlamento, su competidor de izquierdas.

Los 10 meses de la “entente” entre PSOE y UP

Ambos suscribieron un pacto presupuestario elogiado por su acento de  recuperación social, después de 12 años de crisis: destrucción de empleo y precariedad laboral. Además, ambos acordaron y lograron sacar delante algo inusual: un reajuste del 22,3% (más 164,10 euros mensuales) del salario mínimo interprofesional.

La constatación del “buen gobierno” fue reconocido por la ciudadanía, que premió al PSOE de Pedro Sánchez aumentando en un 6,0% los votos respecto a 2016 (de 22,6% al 28,6%) y mantuvo en pié el peso de UP (42 diputados) a pesar de los duros conflictos internos y fuga de talentosos dirigentes.

El gobierno de 10 meses también fue valorado por su esfuerzo en darle una nueva posición a España en Europa, sustituyendo el rol de Italia, perjudicada por la deriva nacional-populista de Matteo Salvini y  también por haber practicado una política de distensión con el gobierno catalán, el principal conflicto pendiente de la actual democracia española.

España se integra, electoralmente, a Europa

Las elecciones del 28 de abril pusieron a España a tono con la nueva realidad en Europa: la extrema derecha como fuerza política real. La aparición de Vox en el Congreso (24 diputados, representando al 10,26% con 2.677.173 votos) ha cambiado la fisonomía de la derecha perdiendo todo atisbo de centralidad política y en la izquierda ha asomado ese discurso simplificador o estigmatizador.

Tras 10 meses de diálogo, cordialidad política y acuerdos expectantes, el PSOE y UP han estallado como “viejos enemigos” al verse como amenaza en vez de como “nuevos socios” ante la inminente tarea de distribuirse competencias de gobierno (ministerios), algo imprescindible para formar un gobierno de coalición.

El PSOE, sabiéndose primera mayoría, distante a  3.124.732 de votos del segundo, el Partido Popular (PP), y teniendo tres veces más diputados que UP declaró que su opción era formar un gobierno monocolor, en solitario, excluyendo la alternativa de las UP: el gobierno de coalición de izquierdas y progreso.

Por su parte UP, invadido de desconfianzas exigía gobernar en coalición con un reparto de competencias acorde con la proporcionalidad de votos obtenidos en la elección del 28A, como garantía para el desarrollo de un gobierno de izquierdas y progreso.

El “no es no”  de Sánchez a un “gobierno de coalición”

El PSOE nunca aceptó de buena gana la coalición de gobierno planteada por UP.  De hecho esperó hasta la última semana para iniciar las negociaciones y lo hizo intentando liquidar esa alternativa vetando a Pablo Iglesias en el gobierno y luego, ante el sorpresivo retiro de Iglesias para posibilitar la coalición, en cuatro días sobrevino la degradación, ininteligible para el votante, algo así como hacer y deshacer propuestas y cunda la desconfianza para acabar en un no acuerdo.

Pasado el trago amargo, Pedro Sánchez se rehízo extendiendo  rápidamente el certificado de defunción de un gobierno de coalición y volvió a reafirmar su deseo de gobierno monocolor facilitado por la abstención del PP o Ciudadanos o por la cooperación de UP a cambio de un pacto  programático apoyado desde el parlamento.

Europa: a la baja bipartidismo y gobiernos de partido único

El PSOE vuelve a postular un gobierno de partido único, como si tuviera mayoría absoluta o a punto de conseguirla. Sánchez descarta la coalición de izquierda y sueña con la abstención del PP, la misma los socialistas le concedieron al PP para investir a Mariano Rajoy en 2016, para lo cual tuvieron que destituir a Sánchez de la secretaría general del PSOE.

Sánchez porfía ante la realidad política y no acaba de asumir los resultados de las tres últimas elecciones (2015, 2016, 2019). El voto de la ciudadanía ha terminado con el bipartidismo vigente durante 38 años y ha validado con su apoyo a tres nuevos partidos con peso decisorio. Los datos son concluyentes: mientras el PP y PSOE, en 2008,  representaron el 83,81% de españoles,  en 2019 representan el 45,38%

Tampoco el PSOE atiende la realidad europea en la que las mayorías absolutas tienden a extinguirse y los gobiernos de coalición se extienden, algo que por lo demás identifica a las democracias parlamentarias. Actualmente en Europa de 27 gobiernos, 16 son coaliciones de dos o más partidos y 5 son mayorías absolutas de partido único.

Nuevas elecciones, lo que quieren las derechas

Ocho semanas tiene Sánchez para decidir si prefiere ser presidente ahora con un acuerdo con UP o consiguiendo la abstención de de algún partido de derecha o arriesgar perder en nuevas elecciones ante las tres derechas dispuestas a pactar entre ellas como ha quedado recientemente demostrado en la formación de los gobiernos de Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia.

Nuevas elecciones en el horizonte político, el 10 de noviembre, contra la opinión del 95% del electorado del  PSOE y UP, mientras el electorado de las derechas las espera. Las quieren el 64% del electorado del PP, el 52% del electorado de Ciudadanos y el 79,9% de Vox, el partido de ultra derecha.

Por eso el PSOE y UP podrían consumar el contrasentido de darle una segunda oportunidad a las derechas y la ultraderecha para gobernar España. Los partidos que pueden formar gobierno juegan con su prestigio político y con la confianza que les entregó la mayoría del electorado español que dijo no querer un gobierno dirigido por el “aznarista” Casado, el “autoritario” Rivera y el “ultraderechista” Abascal.

Las izquierdas, “nadie sabe para quién trabajan”

A las derechas les bastaría aumentar en 30 escaños su representación parlamentaria, algo probable si acuerdan listas electorales con omisiones y con la decepción de una parte del electorado de izquierdas que se abstendría.

El PSOE y UP si realmente quieren un acuerdo de gobierno tendrían que hacer un ejercicio de reconocimiento de sus límites y comprometerse más allá de la investidura. La pregunta es si desean iniciar, como socios, un nuevo rumbo de gobierno de izquierdas, progreso y por una Europa más social y democrática.

La encrucijada es entre, por una parte, formar un gobierno PSOE pactado con UP y apoyado o facilitado por el nacionalismo vasco (PNB y Bildu) la parte más fuerte del independentismo catalán (ERC) y el valenciano (Compromis) y, por la otra, convocar nuevas elecciones en la que la alianza de derechas y ultraderecha aumentaría sus probabilidades de llegar a la Moncloa, facilitadas por la incapacidad de las izquierdas de escuchar y entender a la mayoría de ciudadanos que votaron en abril pasado.

Monday, April 15, 2019

LOS INDECISOS DECIDIRÁN


En tres años y cuatro meses España habrá vivido tres elecciones generales y dos mociones de censura al gobierno. Síntoma de inestabilidad y desorientación política. Al fondo, la crisis económica (2008), no superada para millones de españoles, y la crisis territorial en Cataluña (2010). Ambas desbordan el pacto constitucional (1978). Qué hacer: proponer un nuevo pacto o mantener el malestar o la confrontación hasta que... Entretanto llega Vox, la ultraderecha, lo que faltaba para que apareciera el miedo.

VOX entra en escena

El 41% del electorado no se decide a quién votar, a menos de quince días de las elecciones generales del 28 de abril (28A). Una muestra del dramático cambio político que se vive en España desde el 2015. Entonces, Podemos -por la izquierda- le dio el golpe letal al reinado del bipartidismo PP-PSOE durante 25 años y, ahora, Vox -por la derecha, podría ser decisivo en el inicio de un gobierno de coalición de la derecha liberal-conservadora y la ultra-derecha nacional-populista y darle un golpe definitivo al erosionado pacto del 78.

Un mar de dudas se mueve en el océano mental de ciudadanos extenuados por unos dirigentes y partidos degradados o por la corrupción, la ineptitud, la aspereza o el engaño político que circula por todos los territorios de la geografía política española.

Los pronósticos son observados con desdén después que ninguna encuesta se enterara, hace cuatro meses, de la potencia de la ultra derecha española. Vox, exhibió en Andalucía, el territorio más poblado de las 17 autonomías españolas su estreno en las instituciones con 12 diputados (11%), vitales para desalojar al PSOE del poder andaluz, después de mantenerlo 36 años en forma ininterrumpida.

Colisión o Coalición

Hasta hace cuatro años, en la política española se elegía si el PP o el PSOE gobernaban con mayoría absoluta o si uno de los dos tenía que negociar una adhesión de algún partido nacionalista vasco o catalán. Así imperaron gobiernos de uno u otro signo como si fueran de partido único, reacios al pacto de gobierno o gobiernos de coalición.     

La elección del próximo 28A decidirá si Vox logra, como en Andalucía, sumar diputados para acordar un gobierno de coalición de derechas, encabezado por el PP o si el PSOE de Pedro Sánchez logra sumar con Unidos Podemos (UP) para pactar un gobierno de izquierda, con apoyo parlamentario del nacionalismo vasco y los republicanos catalanes o sumar con Ciudadanos (Cs) un gobierno de difícil tesitura política.

De derechas

Un gobierno de coalición de derecha y extrema derecha significaría colocar a España en un proceso de “ajuste político estructural”: re-centralización del poder político en desmedro de la des-centralización autonómica. Una involución, más cuando se declara que la idea es mantener la unidad de la nación española amenazada por la izquierda (“traidora”) y los independentistas catalanes (“enemigos de España”).

Los discursos radicales del PP de Pablo Casado (discípulo de José María Aznar) de Cs y de Vox, en campaña, y las ideas programáticas prefiguran algo que ya está en el aire europeo: fórmulas que necesitan una combinación de autoritarismo político (recortes de derechos) y neoliberalismo económico (desigualdades y exclusiones)

De izquierdas

El PSOE de Pedro Sánchez es el favorito para encabezar, por primera vez en 40 años, un gobierno de coalición de izquierdas. Dos últimas encuestas le dan una amplia ventaja sobre el segundo, el PP. La del CIS (entidad pública), del 8 de abril, da una diferencia de 9 puntos (29,8% y 21%) y una semana después la del diario La Vanguardia le da 10 puntos de ventaja sobre el PP (31,1% y 21%). 

Pero Sánchez, si sumara los votos con CS, podría resolver, como hace dos años, explorar la reedición de una alianza con el partido de derecha, aunque le separa la radicalización de Cs sobre la cuestión de Cataluña: partidario a intervenir la autonomía indefinidamente y el  ya inequívoco talante derechista luego de apoyar al PP ante la moción de censura y desprenderse de su vertiente socialdemócrata.

 ¿Una coalición a la portuguesa?

Diferente es la relación PSOE-UP luego del rol desempeñado por Pablo Iglesias en el éxito de la moción de censura que dio origen al gobierno del PSOE. Durante los nueve meses del gobierno del PSOE ambos partidos negociaron y aprobaron reformas sociales y suscribieron un pacto de presupuestos.

En caso de que Sánchez no reuniera los votos necesitaría el apoyo del nacionalismo vasco y si tampoco fuera suficiente, el del independentismo catalán, es decir, los mismos que hicieron posible que el PSOE volviera a La Moncloa en junio pasado, pero en el peor de los casos, también podría suceder, como en 2016, unas segundas elecciones.

Entre dos visiones

En menos de 15 días la marea de indecisos reventará ante las urnas con su voto sobre el futuro gobierno de España: si las derechas sostenidas por una ultra derecha que propone iniciar una cruzada por la “reconquista de España” o las izquierdas que proponen encaminar una salida al malestar social que habita en millones de españoles y gestionar el conflicto catalán mediante diálogo y acuerdos que tracen una vía democrática para decidir qué tipo de relación de convivencia política tener entre Cataluña y España. 


Friday, June 08, 2018

LA ESPAÑA INVERTEBRADA ECHA AL PP

Entre crisis y crisis, en España, los cambios se cuelan por los intersticios de un bipartidismo que se resiste a aceptar que el pacto de convivencia democrática, suscrito hace 40 años, ya no funciona. El PSOE de Pedro Sánchez, a diferencia del que lo desalojó hace dos años, ligado a “Felipe González”, se ha atrevido a echar al PP, el partido corrupto, con el apoyo de Podemos, los independentistas catalanes, nacionalistas vascos y valenciano. Sánchez sorprende con la formación de un gobierno de mayoría femenina y, en solitario, buscar encontrarse con “su momento feliz”, ser elegido por los ciudadanos antes de dos años.

La influencia del movimiento feminista en España en el retrato del gobierno socialista de Pedro Sánchez

El bipartidismo se resiste a…

El gobierno de Pedro Sánchez tendrá el apoyo de 85 de los 350 diputados del Congreso de los Diputados. ¿Cómo gobernará? ¿Cuánto durará su gobierno con el 24% de representantes en un sistema parlamentario? Durante 37 años, España fue gobernada bajo un sistema bipartidista que daba origen a gobiernos de mayorías absolutas o mayorías relativas apoyadas por partidos nacionalistas (vasco y catalán).

En 2015 todo ello comenzó a cambiar. La emergencia de dos nuevos partidos a nivel estatal (Podemos y Ciudadanos) está modificando la política española, rígida, reacia al pacto, y siempre en la búsqueda de una mayoría absoluta para imponerse al rival. No obstante, los partidos tradicionales (Populares y Socialistas) se resisten.

Los populares han gobernado en minoría y han durado dos años y los socialistas han decidido gobernar en minoría para llamar a elecciones antes de dos años. El bipartidismo resiste aceptar la nueva realidad política y se convierte en factor de inestabilidad en vez de buscar afinidades en torno a un programa compartido. El PSOE prefiere gobernar en solitario, con 85 diputados y rechazar el ofrecimiento de Podemos de gobernar con 156.

…aceptar los cambios en la política española

Los partidos tradicionales no acaban de aceptar lo que ya en la realidad es un hecho: el pacto constitucional de 1978 (en diciembre cumple 40 años) está agotado, no funciona, sucumbió con el desarrollo de tres crisis simultáneas: financiera, territorial y política.

La crisis financiera (2009) se ha llevado por delante los derechos económicos y sociales (de los pactos de la transición) con políticas neoliberales de mano tendida – generosas - para el poder financiero y de mano encogida – austeras - para los ciudadanos.

La crisis territorial (2010) con el golpe letal al Estatuto catalán, encendiendo un proceso de autodeterminación que, soslayado por el gobierno del Partido Popular, ha acabado mal con la ruptura de la legalidad, la destitución del gobierno autonómico, la represión a sus miembros con procesos penales y encarcelamientos.

La crisis política-institucional trazada por la corrupción del Partido Popular con el caso Gürtel (2009) y el influjo del movimiento de “los indignados” (2011) que erosionaron la representación bipartidista del sistema político hasta el final abrupto del gobierno del Partido Popular y del liderazgo de Mariano Rajoy durante 14 años.

El PP es desalojado, porque es corrupto

El gobierno Popular asumió hace dos años (en segundas elecciones) gracias a la abstención del Partido Socialista (PSOE), tras forzar la dimisión de su Secretario General, Pedro Sánchez. Sin embargo, un año después (junio 2017) Sánchez volvió a liderar el partido luego de  ganar las elecciones internas.

Hasta hace dos semanas, el PSOE estaba “fuera de órbita” en la oposición, Rajoy consiguió oxígeno al aprobar los presupuestos, por dos votos. Pero, al día siguiente, la Audiencia Nacional sentenció al Partido Popular al acreditar que era una organización corrupta al ser parte de una trama de la que recogía dineros ilícitos de empresas, a cambio de adjudicaciones de obras en territorios bajo control político del PP. Así, durante 13 años.

La directiva del PSOE, luego de comprobar que el PP no reaccionaba ante la sentencia, decidió presentar la moción de censura contra Rajoy, la misma figura, por los mismos motivos, a la presentada hace un año (junio de 2017) por Podemos y que los socialistas no aprobaron. Ahora, en ocho días, Sánchez lograba reunir 180 votos (de 350) de Podemos y los partidos independentistas catalanes, nacionalistas, vascos y valenciano.

Paradojalmente, Sánchez consiguió reunir el mismo apoyo, que hace dos años insinuó procurar para ser investido presidente del gobierno y que, entonces, fue la causa del complot contra Sánchez en el PSOE, acusado de querer formar un “gobierno Frankenstein”, monstruoso, por sus apoyos.

Pedro Sánchez busca "su momento feliz"

Esta vez el liderazgo socialista de Pedro Sánchez vuelve a sorprender. Forma un gobierno de rostro femenino. El 64,7% es mujer, con 11 ministras y 6 ministros; con el ministerio de Igualdad (de género) en manos de la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. Es el reflejo del movimiento feminista, que se expresó el 8 de marzo pasado, dijo el presidente en su presentación.

Un gobierno que luce consistencia por la formación y experiencia del equipo ministerial; varios vienen con trayectorias en Bruselas, de gestión (como la ministra de Economía, Nadia Calviño, directora de Presupuestos en la Unión Europea) y de representación (como el ministro de Asuntos Externos, Josep Borrell, ex presidente del Parlamento Europeo). Un gobierno europeísta, la “nueva patria”, enfatizó Sánchez.

Un elemento que ha llamado la atención fue la difícil nominación de las carteras vinculadas a la seguridad. Los tres, con afinidades políticas contradictorias, provenientes de largas trayectorias en la judicatura. En Interior, Fernando Grande-Marlaska (vocal del Poder Judicial a propuesta del PP); en Defensa, Margarita Robles (vocal del Poder Judicial a propuesta del PSOE) que aspiraba a dirigir Interior y Justicia, aunque con la Central Nacional de Inteligencia (CNI) en sus manos y en Justicia, Dolores Delgado (de la Unión Progresista de Fiscales, afín al ex juez Baltasar Garzón)

El equipo se presenta como “modernizador” (feminista, como ya lo anuncia su primer proyecto de ley: formación de jueces en violencia de género) y “europeísta”, con rostros de diferentes generaciones y talantes que proyectan una imagen de solidez, abierta a escuchar, dialogar y consensuar. La ambición de este gobierno del PSOE, elegido por Pedro Sánchez, es llegar a su momento feliz, antes de dos años, y ser elegido por los ciudadanos en las urnas.

Los que apoyaron a Sánchez, al margen

El gobierno socialista espera una dura oposición de la derecha, aunque habrá que esperar, probablemente hasta después de septiembre, pues en el PP está en marcha una lucha interna abierta por la sucesión de Mariano Rajoy. Ciudadanos sale debilitado al perder la ocasión de mostrar su fuerza, según las encuestas, luego que Rajoy no aceptara convocar a elecciones o renunciar con el fin de frenar la moción de censura. El partido que apoyaba al PP desde el parlamento pasa a la oposición con sus 32 diputados.

Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas que eligieron a Sánchez han quedado al margen. Podemos esperaba coaligarse a los socialistas sin mayores exigencias, con políticas progresistas, pero advierte que Sánchez prefiere ser acompañado con rostros del agrado de  las elites españolas y europeas. Lo más probable es el desarrollo de una oposición de izquierdas en caso que no arriben políticas progresistas.

Los nacionalistas vascos, pragmáticos, se conforman con revalidar las inéditas partidas presupuestarias conseguidas con Rajoy dos días antes de la moción de censura. La Generalitat de Cataluña urge un encuentro con Sánchez. Será antes de agosto. La incógnita es si será una oportunidad para iniciar un diálogo político o para continuar argumentando una política de resistencia, que es el dilema en que se mueve el nuevo gobierno catalán.

Los cambios corren sin prisas, sin pausas

Lo  vivido en dos semanas confirma los cambios en la política española. Éstos corren por debajo del ruido político en los medios de comunicación y redes sociales. Con sigilo, pausados, sorprenden: así fue el movimiento de los indignados (15M) en destacar la  corrupción de partidos como el PP, como el movimiento soberanista en Cataluña, que ha puesto en jaque la integridad territorial del estado Español.

También hoy lo es el movimiento feminista en la denuncia por la indefensión de la mujer ante la mentalidad conservadora tradicional de políticos y jueces. Cambios estimulados por magistrados valientes que han perseguido la corrupción política hasta firmar la sentencia contra delitos promovidos y amparados por el Partido Popular durante más de una década. Este hecho precipitó la censura al gobierno de Mariano Rajoy y su retiro de la política, oportunidad para que Pedro Sánchez "se pusiera en órbita" de nuevo, ahora como presidente del gobierno.