El Presidente de Cuba, Raúl Castro estrecha la mano del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el ex Presidente George Bush enfrente a una Comisión Verdad que investiga las atrocidades de la “guerra contra el terrorismo”. Dos momentos de ficción, pero sobre los que se ha comenzado a trabajar para llevarlos a la realidad.
Escenas con significados opuestos. El saludo, la invitación al diálogo, la posibilidad de acuerdo; y la obligación a declarar, la acusación, la posibilidad de condena política. Las expectativas se disparan por una transición o flexibilización política del régimen cubano de un lado, y por reestablecer el ideario de libertad y de derechos humanos en Estados Unidos, de otro.
El retiro de Fidel Castro, los anuncios de Raúl Castro de emprender “reformas estructurales” y convocar al VI Congreso del Partido Comunista, a lo que se suma la promesa del Presidente Obama de explorar un diálogo político, colocan a la isla en el centro de la brisa que sopla en América Latina y Estados Unidos a favor de un entendimiento multilateral.
En dos cumbres presidenciales (diciembre, 2008), caribeños y sudamericanos apoyan el fin del embargo estadounidense contra Cuba de hace 50 años (octubre de 1960). América Latina se cohesiona por el regreso de Cuba a la OEA y se propone convencer al gobierno de Obama a seguir ese camino, enfilando las relaciones interamericanas hacia una política de siglo XXI, de apertura, intercambio y pluralidad.
La Habana, un lugar de peregrinación. Doce presidentes latinoamericanos la visitan en menos de tres meses, con la expectativa de hablar con Fidel Castro. Un líder retirado, pero que suscita paradojas y un obsesivo interés mediático, a diferencia de aquel otro Presidente retirado, George W Bush, deslucido y acusado de quebrantar el sagrado ideario de la Constitución Americana.
La credibilidad y orgullo estadounidense están tocados. En Estados Unidos se hurga en los meandros de una trama totalitaria. El Washington Post saca a la luz “el aterrador pensamiento pos 11-S del equipo legal de Bush”: “imagínense un lugar donde los soldados pueden derribar puertas sin órdenes de registro y donde los ciudadanos pueden ser encerrados indefinidamente sin juicio. Imagínense que el líder de ese lugar tiene el poder de silenciar a los disidentes y a la prensa. Imagínense aún más: que ese hombre puede de forma unilateral romper cualquier tratado que no le guste…”
Escenas con significados opuestos. El saludo, la invitación al diálogo, la posibilidad de acuerdo; y la obligación a declarar, la acusación, la posibilidad de condena política. Las expectativas se disparan por una transición o flexibilización política del régimen cubano de un lado, y por reestablecer el ideario de libertad y de derechos humanos en Estados Unidos, de otro.
El retiro de Fidel Castro, los anuncios de Raúl Castro de emprender “reformas estructurales” y convocar al VI Congreso del Partido Comunista, a lo que se suma la promesa del Presidente Obama de explorar un diálogo político, colocan a la isla en el centro de la brisa que sopla en América Latina y Estados Unidos a favor de un entendimiento multilateral.
En dos cumbres presidenciales (diciembre, 2008), caribeños y sudamericanos apoyan el fin del embargo estadounidense contra Cuba de hace 50 años (octubre de 1960). América Latina se cohesiona por el regreso de Cuba a la OEA y se propone convencer al gobierno de Obama a seguir ese camino, enfilando las relaciones interamericanas hacia una política de siglo XXI, de apertura, intercambio y pluralidad.
La Habana, un lugar de peregrinación. Doce presidentes latinoamericanos la visitan en menos de tres meses, con la expectativa de hablar con Fidel Castro. Un líder retirado, pero que suscita paradojas y un obsesivo interés mediático, a diferencia de aquel otro Presidente retirado, George W Bush, deslucido y acusado de quebrantar el sagrado ideario de la Constitución Americana.
La credibilidad y orgullo estadounidense están tocados. En Estados Unidos se hurga en los meandros de una trama totalitaria. El Washington Post saca a la luz “el aterrador pensamiento pos 11-S del equipo legal de Bush”: “imagínense un lugar donde los soldados pueden derribar puertas sin órdenes de registro y donde los ciudadanos pueden ser encerrados indefinidamente sin juicio. Imagínense que el líder de ese lugar tiene el poder de silenciar a los disidentes y a la prensa. Imagínense aún más: que ese hombre puede de forma unilateral romper cualquier tratado que no le guste…”
Este pensamiento que se tradujo en la Ley Patriot que restringió los derechos individuales de los ciudadanos y redujo las facultades del Congreso y los Tribunales de Justicia, dotando de amplia discrecionalidad al Presidente para embestir en Estados Unidos y el mundo contra el “enemigo combatiente” en la “guerra contra el terrorismo”.
Todo un estímulo para que los demonios se desaten sin límites en prácticas degradantes, similares a las acontecidas en el conosur latinoamericano, justificadas con los mismos conceptos de seguridad nacional. Estados Unidos vive su propia transición: "debemos saber lo que se ha hecho en nuestro nombre para poder restaurar nuestro liderazgo moral", dice el presidente del Comité de Asuntos Judiciales del Senado, Patrick Leahy.
Las voces surten. Una Comisión Verdad independiente se postula para saber de las salvajadas esparcidas por cuatro continentes. Frederick Schwarz, miembro de la Comisión Church (1975) que escrutó a la CIA, con su experiencia, dice: “creo que existen muchas cosas que sucedieron en los últimos ocho años de las que no tenemos ni idea". A la tentación de “dar vuelta la hoja”, el senador Leahy reacciona: "no se puede pasar página sin haberla leído antes" y el 60% de los estadounidenses asiente.
Cuba viene de regreso y Estados Unidos también. La isla se abre a dialogar en los foros latinoamericanos y la gran potencia se abre a conversar con los países del mundo. América Latina, más acogedora que a fines del siglo XX, y Estados Unidos, resuelto a depurarse de tanta vileza contraida en el siglo XXI, pueden sepultar el último vestigio de la “guerra fría” en la Región: el embargo, y comenzar a convivir con algo propio de la era de la glocalización: el diálogo multilateral basado en el respeto a la diversidad.
1 comment:
erase una vez un lobito bueno, una bruja hermosa y un pirata honrado...
(la historia del mundo al revés)
tal vez desde los tiempos del profeta isaías los seres humanos han anhelado la verdad y la justicia despues de las crisis, la fraternidad cívica en lugar de la discriminación y la exclusión, pero para que sea posible hay que desearlo, hablarlo, concretarlo ...gracias por mirar las crisis con ojos de posibilidad de cambio
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