El funeral de Hugo Chávez dibujó un retrato de una
América Latina renovada. Presidentes de derechas e izquierdas mostraron una
Región unida y diversa, más independiente de Estados Unidos y respetuosa del
pluralismo político. Una realidad muy diferente a la que habitualmente se
proyecta en los grandes medios de comunicación occidentales, acostumbrados a
demonizar a Chávez y estigmatizar a los países latinoamericanos en buenos y
malos.
Un retrato de América Latina
“La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”. Así batía
su “artefacto” el poeta Nicanor Parra (Premio Cervantes, 2011) y golpeaba al
mismo tiempo a la revolución cubana y el imperialismo norteamericano. Era 1972.
Cuarenta y un años después, aquel antipoema reaparecía
en la la Academia Militar de Caracas, ante el féretro donde reposaba el cuerpo
de Hugo Chávez, el militar que gobernó Venezuela durante 14 años, siendo
elegido cuatro veces Presidente en elecciones limpias, auditadas por
observadores internacionales.
Los Presidentes de derechas y de izquierdas de todos los países latinoamericanos (Dilma
Rousseff y Cristina Fernández, ausentes, concurrieron el día anterior), se
reunieron en la sede militar convocados por la figura o memoria de Chávez.
El “antipoema” de Parra se convertía en un retrato
vivo de una de las tendencias de la actual América Latina: la unidad diversa,
muy diferente a la uniformidad o el equilibrio, buscando todos juntos la
inserción y participación en el nuevo mundo en formación, mediante la
cooperación, la justicia social y el pluralismo político.
Castro y Piñera encabezan los honores a Chávez |
Dos muestras elocuentes: las palabras del Vicepresidente
Maduro hacia José Manuel Santos, recordando el reencuentro de Venezuela y
Colombia, protagonizado por Chávez y el propio Santos y la respuesta, no
verbal, conmovedora, de Santos en la ceremonia. Asimismo el agradecimiento
especial de Maduro hacia Sebastián Piñera, por las expresiones inusuales de afecto y de
reconocimiento del Presidente chileno hacia Hugo Chávez
Chávez protagonista
La presencia de los gobernantes de derechas e
izquierdas no fueron meramente protocolarias, sino de valoración a Chávez como
uno de los protagonistas de la América Latina de la post-guerra fría,
independiente de Estados Unidos y edificadora de una coordinación política de
acuerdo a procedimientos democráticos.
El Presidente venezolano participó en esta
construcción, siendo un decidido y entusiasta forjador de la UNASUR (Unión de
Naciones de América del Sur), la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
del Caribe) y del ALBA (Alianza Bolivariana por los Pueblos de Nuestra
América).
Un gobernante incómodo
Chávez fue un gobernante incómodo y los grandes
medios de comunicación de occidente lo demonizaron como un “tirano propio de
una república bananera", como un "dictador bárbaro".
La pregunta es: qué parecido se puede establecer entre
Chávez y los jefes de aquellas repúblicas como Trujillo, Somoza, Duvalier,
Castillo Armas, Pérez Jiménez, Stroessner; qué sintonías se pueden sostener
entre Chávez y dictadores como Pinochet, Videla, Banzer, Ríos Montt y los cinco
militares que gobernaron Brasil entre 1964 i 1985
¿Sería posible imaginar que si Chávez hubiese sido un
tirano bananero o un dictador bárbaro habría sido homenajeado por Presidentes de derecha y izquierdas
reunidos? "Qué extraño dictador", este Chávez, decía el escritor uruguayo, Eduardo
Galeano.
Gobernando un país con una Constitución participada,
votada y aceptada por todos, con elecciones limpias, medios de comunicación de
oposición, sin policías ni cárceles secretas, ni maquinarias de tortura a los
disidentes ni desaparecidos por motivos políticos.
Un carácter autoritario y
democrático
Chávez pertenece
a la generación política de Dilma Rousseff y de Michelle Bachelet, aunque de
orígenes culturales distintos. Él era un militar rebelde, con una formación
contrapuesta a los militares que estudiaron en las academias de Estados Unidos,
que torturaron a Rousseff i Bachelet. Era un comandante atrevido, de
lenguaje directo e insolente.
Como político autodidacta poseía un carisma popular y
religioso, ejerció el poder usando formas
autoritarias y democráticas. Con un ideario de nacionalismo latinoamericano (“bolivariano”)
y revolucionario (“socialista”) puso la riqueza del país al servicio de los
intereses populares, en beneficio de los pobres, rompiendo con la Venezuela “saudita”
del petróleo y del millón y medio de
analfabetos, gobernada por las oligarquías económicas y políticas (conservadores
y socialdemócratas).
Esta política visibilizó a los pobres despertando un
amplio entusiasmo populares. Una mujer, en estos días lo
sintetizaba así: "Venezuela es el único país donde los ricos están
descontentos y los pobres están felices” y
esa realidad descoloca y contraría a los grandes medios de comunicación
de occidente.
Ni héroe, ni villano
Ni Dios ni demonio, ni héroe ni villano. Chávez se
forjó un liderazgo y estilo político ofensivo, perturbador, a veces
incomprensible, pero siempre orientado hacia una idea de solidaridad, de más
igualdad, justicia social, de un mundo más humano, diferente al que exhibe el capitalismo, sobre todo su
vertiente neoliberal.
En el legado, leído por Maduro en la ceremonia, animaba
a los venezolanos a contribuir a la preservación de la vida del planeta y de la
especie humana, sin bombas nucleares ni fuerzas destructivas que contaminan los
ríos, los mares y la atmósfera. Decía: por sobre el capitalismo y el socialismo,
o cualquier creencia religiosa, política o ideológica, está el ser humano.
Este mensaje, como los Presidentes
latinoamericanos de izquierdas y derechas en Caracas, vuelve a
conectar con uno de los “antipoemas” de Parra: "socialistas y
capitalistas del mundo uníos, antes que sea demasiado tarde".