La estudiosa del Estado Islámico, Loretta
Napoleoni, autora de El Fénix Islamista (2014), experta en terrorismo, advierte
sobre una Europa sumida en la confusión. De crisis en crisis, se vacía de
valores. Sus ciudadanos no se reconocen europeos y sus estados fragmentados no
muestran capacidad para incidir en el mundo internacional. La experta abrió el
segundo ciclo de Diálogos sobre la
identidad de Europa. Sin demora, desconcertó
con palabras sobre un auditorio, en el del Centre Cultural El Born (Barcelona),
habituado a “pasar pantallas”.
Loretta Napoleoni: "Euopa parece siempre de duelo" |
La intelectual, incomoda
Loretta
Napoleoni dispara apenas toma la palabra: “Angela Merkel descubre una crisis
cuando está en medio de ella”, aludiendo al reclamo que hizo el día anterior: “Europa
debe estar unida ante la crisis de refugiados (de la guerra en Siria)”. Desde 2011,
miles de sirios huyen en forma ininterrumpida de una guerra en que participan
múltiples actores patrocinados por diversos países. “Decepcionan los líderes
europeos”, afirma.
Pero a
continuación, la estudiosa dejó caer algo
poco reconocido. Uno de los actores de la guerra, el Estado Islámico (EI), en tres años ha logrado
extender y consolidar territorios como nadie después de la Segunda Guerra
Mundial, con una percepción aguda de la
situación mundial y de la región, lo que evidencia dos de sus características:
pragmatismo y modernidad, aunque ésta última eclipsada por el uso de medios
brutales que lo identifican con el terrorismo.
Sin tregua,
la experta -máster en terrorismo por la London School of Economics- , vuelve a
sorprender, o incomodar, cuando revela la ineptitud del mundo occidental al
descubrir el EI en 2014, cuando existe desde 2003, entonces Estado Islámico de
Irak, ISI, dirigido por Al Zarqawi, y
sus palabras que deslumbran no acaban de sorprender: EI no es una entidad “únicamente
terrorista”, sino portadora de un proyecto político: la construcción del
Califato.
Estado Islámico y consenso
Aunque se le parezca, por su
carácter terrorista, EI es muy diferente a Al Qaeda, surgida del yihadismo antisoviético (en Afganistán), que quiso
ser una vanguardia y derivó en una organización terrorista transnacional, nunca
logró conquistar territorios. Bin Laden identificaba a un enemigo remoto:
Estados Unidos, mientras que Al Zarkawi
(muerto en 2006) y su sucesor, Al Bagdadí, identifican como enemigo
principal algo tan próximo como los chiítas.
Al Bagdadí es un convencido del principio:
“si no controlas un territorio no eres nadie”, dice Napoleoni. El dominio de territorios le ha permitido
explotar recursos económicos (petróleo, agua, áreas agrícolas) y recaudar
ingresos mediante el cobro de impuestos.
EI ha tenido la visión de
asociarse a tribus suníes locales, a las que incorpora al califato como socios
- ciudadanos de un estado moderno- y no como población conquistada para
explotar. Ellos gestionan y comercian dichos recursos, y el EI le asegura protección,
seguridad y una vida más digna por medio de programas sociales (sanitarios y
beneficencia), evitando el peligro de suscitar hostilidades de la población
local y proyectando una imagen que le ha permitido incorporar combatientes y lograr
legitimidad interna en sus dominios.
Esta política -atraer e
incluir en forma productiva la población
civil- tiene como perspectiva independizarse de sus patrocinadores externos. Por
eso es importante el control de fronteras, que le permite recaudar ingresos por medio del cobro de impuestos por entradas
y salidas de bienes que siguen las rutas de contrabando, como también de
millares de personas que emigran. EI se estima que recauda entre 300 a 400 mil
dólares al mes por el movimiento de bienes y personas, cifra considerable para
la región..
Terror y seducción
El suministro de armas ha venido de países con
gobiernos sunitas: Arabia Saudí, Qatar y otros estados del Golfo, pero también de
los antiguos arsenales de Hussein y Gaddafi, y del armamento incautado en los triunfos
bélicos en Irak y Siria. Además, los
generales del Califato proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia
de Sadam Husein, consiguiendo la formación de un ejército moderno y
disciplinado, muy diferente al de las habituales organizaciones terroristas.
La especialista Napoleoni explica
que la brutalidad (torturas y degüello de personas secuestradas y destrucción
de patrimonio histórico) difundida por el propio EI busca producir horror, paralizar, como lo
hicieron los nazis alemanes, a diferencia de las campañas persuasivas que emprenden
en busca de simpatías de la población local y para atraer a una población musulmana dispersa por el mundo, a menudo,
menospreciada y desconcertada.
Cuatro mil jóvenes residentes en
Europa se han incorporado. Sin perspectivas, la mayoría de las veces,
discriminados o excluidos, éstos no se sienten europeos ni tampoco del mundo de
sus padres. Desorientados, buscan vía internet
expectativas, algún futuro y se encuentran con los mensajes del EI. Sus
contenidos, transmitidos por las redes móviles de los jóvenes, con lenguaje
adolescente, calan en la intimidad de alguien confuso y enciende entusiasmo: “Vengan
a construir una nación”; “Aquí podrán ser sus padres-fundadores”; “Aquí tú eres
necesario con nosotros”. En Europa los hacen sentir que no lo son.
Napoleoni puntualiza que tanto el
nacionalismo como la religión juegan su papel: dar un sentido de trascendencia
a esas vidas y dotarlas de unas normas, disciplina. A las mujeres las invitan a
ser madres fundadoras, casarse con héroes. EI les propone cambiar el mundo,
apela a sentimientos compartidos entre los jóvenes, descolocando al occidental
que observa, a través de sus lentes, insólito como optan por enrolarse en una guerra lejana, más
todavía llevada adelante por organizaciones que consideran pre-modernas.
Europa, sin ideales
La analista
se pregunta por los ideales de Europa. Van despareciendo crisis tras crisis. Reconoce
su pesimismo sobre la Europa actual, “parece siempre estar de duelo”, “hay resentimiento entre sur y norte”. Advierte la
falla en los estados, incapaces de federarse en forma integrada, como lo hizo
Estados Unidos, y los ciudadanos no se sienten europeos, parecen quererlo, pero
no lo son.
A Europa una
guerra vecina se le cuela con la llegada masiva de refugiados. Napoleoni es
rotunda: la guerra Siria sólo podrá resolverse con Rusia, pero la Unión Europea
(UE) sanciona a Rusia por su intervención en Ucrania, con la que ahora,
paradojalmente, Putin negocia. La UE se confunde con la OTAN cuando, creyendo
que Estados Unidos había resuelto el problema en Irak, decidió expandir sus fronteras –y las de la
OTAN- hacia el Este.
Ahora, poner
los pies en la tierra en Siria, según la experta en terrorismo, sería buscar esforzarse
por un acercamiento hacia los dirigentes tribales, que no ejecutan personas y
convencerse que el Califato sería más un federación con sus taifas que un
imperio, como el de hace siglos. EI es antichií, no anticristiano, por lo tanto
en su mira está Teherán, no Roma.
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