Thursday, May 19, 2016

EL PSOE, A CINCO MESES DE SUS PEORES RESULTADOS

Pedro Sánchez, abanderado del PSOE, se presenta como alternativa de izquierda. Ahora, su poderosa rival en la sombra, Susana Díaz, le exige que gane y en “una semana” sea presidente, como el Felipe González de los 80. Todo esto, en una campaña de un mes, ante el escrutinio de unos ciudadanos que, hace seis meses, desahució las mayorías absolutas y el bipartidismo. El PSOE parece ir más delante de lo que aparenta la realidad.  El 26-J se confirmará si los deseos socialistas se avienen, o no, a la nueva realidad multipartidista de la política española.



Las elecciones: ¿un plebiscito?

El PSOE no se recupera del impacto de los ciudadanos de cargarse el bipartidismo. A cinco meses del 20-D, Pedro Sánchez define la repetición de las elecciones, 26-J, como un plebiscito entre el PSOE y el PP: Sí o No al cambio. Un discurso que intenta superar a la nueva realidad multipartidista.

Un tercio de los ciudadanos (33,8%) optó por no votar al PP y el PSOE, luego de ocho años de crisis económica y políticas de austeridad. Los recortes sociales y reformas estructurales del gobierno socialista de Zapatero consiguieron 5,2 millones de españoles sin trabajo (22,8%) en diciembre de 2011 y que el  gobierno conservador de Rajoy profundizó, elevando a 6,2 millones (27,1%) de desocupados, en el primer trimestre de 2013. Su gobierno acaba con 4,8 millones de parados (21%), según cifras del INE del primer trimestre de 2016. 

Estos indicadores sintetizan lo que sucede a la vida de millones de españoles empobrecidos y que en parte explican el rechazo al bipartidismo del PSOE-PP que en 2008 les votó el 83,81% de ciudadanos y que en 2015 han recibido el 50,73% de los votos.

En ese lapso, el PSOE perdió la mitad de los votos y 79 diputados; más todavía, el PSOE registró el pasado 20-D el peor resultado electoral en los 38 años de democracia.  En ocho años de crisis, el PSOE no se ha presentado como partido unido, sus liderazgos han carecido de fortaleza, y la estrategia confusa, sino irreconocible.

“PSOE si no sale a ganar, no es el PSOE”…

En julio se cumplen dos años de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE y su  desempeño no ha logrado cohesionar al partido. Las disputas de poder se sienten, especialmente si las expresa la lideresa andaluza, Susana Díaz, apoyada por la mayoría de los barones territoriales y la simpatía de la “vieja guardia”.

Una vez fracasada las negociaciones para formar gobierno, Díaz mostró los límites de Sánchez, sentenció: “con 90 escaños y un Congreso de derechas es imposible formar gobierno” y acabó diciendo: “estos cuatro meses deben quedar en el olvido”.

Como una manera de transmitir unidad, Sánchez le pidió a  Susana Díaz que hiciera la presentación de su candidatura ante el Comité federal. Una oportunidad que Díaz no se desaprovechó: “El día que el PSOE no salga a ganar, no será el PSOE, será otra cosa”, soltó. 

 … la exigencia de Susana Díaz

Díaz le exigía la victoria: “para que el PSOE gobierne tiene que ganar las elecciones y si ganamos con Pedro Sánchez, será presidente en una semana”. Por lo tanto, el triunfo tiene que ser amplio de modo que la negociación sea mínima para formar gobierno en días.

Un deseo triunfador, pero envenenado, porque el marcador que pone Díaz a Sánchez implica que los ciudadanos revivan el bipartidismo a seis meses que lo desahuciaran, algo muy improbable. Y si no se consigue el objetivo, Sánchez difícilmente podría mantenerse como secretario general.

Pero, el candidato sigue la pauta: presenta un “gabinete en la sombra”, una figura propia en países con bipartidismo, como el británico; designa personas experimentadas de las administraciones de González y Zapatero y profesionales de diversos ámbitos de la política, de la europea a la local.  Así busca dar cohesión al PSOE, una imagen solvente y de respaldo a la idea de cambio.

La incoherencia de Sánchez

Sánchez se presenta como el abanderado del cambio de izquierda, lo hace evocando a Adolfo Suárez, icono del centrismo español,  e integrando una gama transversal de intereses. Sus límites, o “líneas rojas”, los sitúa en la derecha conservadora de Rajoy y en lo que comienza a llamar “la extrema izquierda” de Iglesias (Podemos) y Garzón (IU)

Los esfuerzos de Sánchez se debilitan cuando surgen iniciativas como la Partit Socialista del País Valencià-PSOE, que gobierna la Comunidad valenciana en coalición con Compromis y el apoyo parlamentario de Podemos. Su presidente, Ximo Puig, propuso listas conjuntas con la izquierda para el senado, pero fue rechazada en el acto por Sánchez.

El pacto propuesto habría significado, muy probablemente, dejar en minoría al PP en el senado, clave precisamente para reformar el senado y convertirlo en una cámara territorial, uno de los objetivos principales en su política territorial, a la que el PP se opone. Sánchez presenta problemas para viabilizar su alternativa de cambio.

PSOE: ¿alternativa o problema?

¿Por qué Pedro Sánchez descarta, sin discusión, una alternativa que podría significarle un acuerdo con Unidos Podemos (la alianza Podemos-IU) en un asunto importante de su política, y abrir posibles acuerdos para una investidura en caso que fracasara en revivir el bipartidismo?

Una incógnita que abre otra: ¿Pedro Sánchez no tiene margen para pactar hacia su izquierda, pues si lo hiciera  sería fracturar el PSOE o el comienzo del fin de su ascenso político?  Lo que se va despejando es que el problema de fondo está en el PSOE, que  aclare sus proyectos y decidir con quienes establece alianzas: con las izquierdas o las derechas.  

Friday, May 13, 2016

UN REFRESCO PARA EL DESEMPATE

Cayó el bipartidismo hace cinco meses. Podemos e Izquierda Unida (IU) acuerdan una alianza electoral a diez días de que el Rey Felipe VI convocará a nuevas elecciones para el 26 de junio (26-J). Por primera vez en 38 años, una alianza, a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), podría disputarle el gobierno al Partido Popular (PP). Mariano Rajoy advierte: “asoma una coalición de extremistas radicales, un disolvente de todo lo bueno”; Pablo Iglesias invita: “no entendemos al PSOE como nuestro adversario, sino como aliado” y Pedro Sánchez dice: "no gracias” al convite de Podemos a hacer listas conjuntas para el senado.

Alberto Garzón y Pablo Iglesias escenifican el acuerdo en Plaza Sol (Madrid)

La decepción ciudadana

Los ciudadanos vuelven a las urnas. No hubo caso, los partidos políticos, en 90 días, no  fueron capaces de de formar un gobierno. El vencedor, Mariano Rajoy (PP) ni siquiera lo intentó. El segundo, Pedro Sánchez (PSOE) sí, pero fracasó: la mayoría del Congreso de los Diputados rechazó su investidura basada en un pacto con Albert Rivera (Ciudadanos) y después no pudo doblegar la resistencia de Pablo Iglesias (Podemos) para sumarlo a la votación de un gobierno monocolor.

Sin bipartidismo, el PP y el PSOE, primero y segundo el 20-D, no supieron construir una alianza de gobierno desde el multipartidismo; y ahora todos deberán buscar cómo retransmitir confianzas y convencer a unos ciudadanos decepcionados. Las diversas alternativas políticas, ahora ante la decepción ciudadana, tendrán que mostrar un talante más amable, más dúctil, más persuasivo y convincente, con capacidad de atraer más que de repeler al adversario.   

Una alternativa desde la izquierda

Podemos e Izquierda Unida (IU) han saltado al nuevo escenario electoral. Podemos, en su estreno  en elecciones generales españolas, hace seis meses, optó por mostrar fuerza propia, desdeñando a Izquierda Unida; ahora no titubeó en abrirse y buscarla. IU, perjudicada por la ley electoral (con 923 mil votos eligió 2 diputados), no sin problemas internos, aceptó.

Ambas formaciones en menos de dos semanas suscribieron un acuerdo electoral, con 50 puntos programáticos que enfatiza medidas de “rescate social”. En consultas a sus miembros, el 87,8% de los 23.109 votantes de IU apoyó la alianza y el 10,5% votó en contra; y el 98% de los 144.540 votantes de Podemos ratificaron el acuerdo y el 2% lo rechazó.

Irrumpe la novedad en esta “segunda vuelta electoral”, -inédita en la democracia española- como es la opción de Podemos-IU-confluencias territoriales (Compromis-Podemos, en Valencia; En Comú–Podem, en Cataluña y Las Mareas-Anova, en Galicia) que podría desplazar al PSOE a una tercera posición. Según a los resultados del 20-D, la opción Podemos-IU- confluencias sumarían 500 mil votos más que los obtenidos por el PSOE.

Las reacciones: PP, Ciudadanos y PSOE

La nueva alternativa, cuajada a un mes de iniciarse la campaña, ha provocado que la derecha vuelva a verbalizar el lenguaje del miedo. Rajoy Mariano Rajoy ha advertido que “una alternativa extremista se asoma como un disolvente de todo lo bueno que tenemos: la unidad. la democracia constitucional y nuestro progreso económico”, mientras Albert Rivera concreta: “Podemos se ha quitado la careta y apuesta por el comunismo”, refiriéndose a IU, a la que hasta hace poco consideraban “un tesoro testimonial y decorativo”.

Pedro Sánchez ha encajado mal la iniciativa de Podemos-IU considerando que es una pinza con el PP, sin darse cuenta que la nueva situación sobre los términos de la campaña –que tenderá a polarizarse- es una de las consecuencias del error del PSOE de optar por un pacto con Ciudadanos y esperar el apoyo de Podemos en forma incondicional, como única alternativa de desplazar al PP del gobierno. 

Son las divisiones internas en el PSOE las que bloquean la posibilidad de discutir con Podemos un acuerdo. Las “líneas rojas”, de aquello que está vedado pasar -o negociar- en algunas materias económicas, sociales y territoriales son el resultado de las diferencias que surgen con la “vieja guardia” y en los diferentes territorios de España.

¿Hacia un gobierno progresista?

También, las actitudes del líder de Podemos, Pablo Iglesias, desafiantes, agresivas, especialmente en los meses en que el PSOE tenía la iniciativa para conseguir la investidura,  ensombrecen el panorama. No obstante, la actitud de Iglesias cambia en forma ostensible, coincidiendo con su alianza con IU.

Fija la perspectiva de la coalición con IU y confluencias en formar una alianza de gobierno con el PSOE desde la posición que los ciudadanos decidan: “no entendemos al PSOE como adversario es el PP, sino como aliado” y apela a la reflexión y asumir un sentido común para producir el cambio de gobierno, restarle al PP peso en las instituciones, como en el senado e iniciar una etapa de cambios con nuevas políticas.

La suerte de de la alternativa Podemos-IU-confluencias dependerá de su capacidad de que consiga credibilidad en una amplia ciudadanía escéptica y desilusionada. Ello requerirá de discursos y actos claros y coherentes.

En este sentido, la convivencia interna en la campaña, el tratamiento serio, persuasivo de temas económicos, sociales, territoriales, europeos y de regeneración democrática serán pruebas para recibir confianza, así como llevar una discusión exigente y con altura ante potenciales aliados y adversarios.

Wednesday, May 04, 2016

ESPAÑA: ENTRE EL ORDEN Y EL CAMBIO

El empobrecimiento con el aumento de la desigualdad mezclado con corrupción política y autoritarismo gubernamental hunden el bipartidismo. Las elecciones generales de diciembre pasado anunciaron un cambio de época que los partidos tradicionales –PP y PSOE- aún no asimilan, mientras nuevos partidos no acaban de diferenciarse lo suficiente ante la opinión ciudadana. El dilema del 26 de junio (26-J) es hacia un social-liberalismo conservador o una social-democracia transformadora.

Mariano Rajoy, PP; Pedro Sánchez, PSOE; Pablo Iglesias, Podemos; Albert Rivera, Ciudadanos
    
El ocaso del bipartidismo

El Rey Felipe VI ha disuelto las Cortes españolas, después que los partidos políticos fracasaran en el intento de formar gobierno, después de más de cuatro meses de las elecciones del 20 de diciembre pasado (20-D); ¿Qué ha sucedido?

El 73,2% de los españoles que votaron el 20-D expresó contrariedad con uno de los aspectos medulares del sistema político establecido en la transición democrática: el bipartidismo, inducido por mecanismos electorales que favorecen la formación de mayorías sólidas que den estabilidad al sistema.

En las 10 elecciones generales, desde 1979 hasta 2011, las dos primeras mayorías reunieron no menos del 64% de los votos, exceptuando la de 1989, que sumaron el 59,49%. Más aún, en las últimas seis elecciones, de 1993 a 2011, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sumaron un promedio del 77,29%.

El 20-D, el PP y el PSOE lograron reunir sólo el 50,73% de los votos con la irrupción de dos fuerzas emergentes: Podemos (2014), proveniente de los movimientos sociales surgidos durante la crisis económica y Ciudadanos (2007), formado por sectores profesionales e intelectuales que rechazaron el ideario del catalanismo en sus versiones nacionalistas e izquierdas y que en 2015 decidieron extenderse por toda España.

Crisis, corrupción y políticos

Así como el movimiento de los indignados del 15- M, en 2011, sacudió la indiferencia ante la crisis económica y social, ahora, la mitad de los ciudadanos han removido uno de los pilares de la arquitectura política de la Constitución del 78:  

Una ciudadanía harta de comprobar diariamente como banqueros, empresarios y políticos, responsables de la crisis, son los mismos que aparecen en tramas de corrupción, en la que sobresalen políticos que se aprovecharon de sus posiciones de poder, conectados con bancos y empresas fraudulentas.

La desigualdad en España, sólo superada por Chipre, es la que más se ha extendido entre los 28 países europeos. Es el resultado de la forma de gobernar una crisis que cumple ocho años. El 1% de los más ricos recibe lo mismo que el 80% más pobre y la pobreza aumenta con una desocupación (21%) que no baja del 20% desde hace cinco años y medio, a pesar de las reformas laborales  de talante neoliberal. En este tiempo, el PP, el partido de gobierno de mayoría absoluta, continua engrosando la lista de imputados – 354 reconocidos militantes- por jueces que investigan casos de corrupción.

Gran coalición o coalición de izquierdas

Los resultados del 20-D fueron de tal magnitud que el PP, primera mayoría (123 diputados), rehusó el ofrecimiento del Rey a formar gobierno, porque no tenía apoyo de otros partidos. En cambio, el PSOE (90 diputados) aceptó, tomó la iniciativa para formarla y no lo logró después de 90 días de negociaciones. Nunca había ocurrido esta situación en 39 años, en 1977, cuando fue la primera elección general, en plena transición.

La nueva situación dejó a un PP en solitario, con la posibilidad de lograr el apoyo de Ciudadanos (40 diputados) y quedar a 30 votos de la mayoría. La mayoría del PSOE encabezado por Pedro Sánchez resolvió no negociar con el PP, desoyendo voces como las de Felipe González: “Ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobierne”, decidido partidario de intentar una gran coalición semejante a la de Alemania.

Sánchez desechó la alternativa de gobierno de “gran coalición” y también la de Podemos: gobierno de “coalición de izquierda”, encabezado por Pedro Sánchez. Éste prefirió ensayar un gobierno de “reforma y progreso” basado en un “pacto de centro” con Ciudadanos y luego buscar el voto o la abstención de Podemos, Compromís e Izquierda Unida para sacar al PP del gobierno.

Por qué no hubo gobierno

El PP con la primera mayoría está aislado políticamente, sin apoyos para ser gobierno; ha resistido en forma pasiva este periodo, esperando el fracaso del PSOE y enfrentar las nuevas elecciones (26-J) con la expectativa de validar su primera mayoría, ampliando la diferencia respecto del segundo.

El PSOE, que el pasado 20-D obtuvo el peor resultado electoral desde 1977, quedó inmovilizado por sus dificultades para pactar con la derecha: “la gran coalición”, a riesgo de  dejar el espacio de izquierdas a Podemos o para pactar con la izquierda: “gobierno de coalición progresista”, lo que podría acarrearle severas fracturas o deserciones internas. Fracasada su estrategia, espera mantener el segundo lugar, amenazado por la formación de una nueva alternativa  de izquierdas que incluiría por lo menos Podemos, Izquierda Unida, Compromís (valenciana) En Comu-Podem (catalana) y las Mareas (gallegas).

Podemos fracasó en su intento de atraer al PSOE a una alternativa de izquierdas. Erró en su estrategia agresiva, a veces arrogante, que incluso le provocó molestias internas. Tenía fundamentos en su discurso, pero sus formas dejaron entrever que prefería una nueva oportunidad para su alternativa de izquierdas e intentar superar al PSOE en votos el 26-J. Para ello se propone confirmar su alianza con Compromís, En Comu-Podem, Mareas  y la novedad: Izquierda Unida, con quien no quiso pactar el año pasado.

Ciudadanos, el cuarto actor, se movió con más libertad en el nuevo escenario que exigía apertura, diálogo y pacto. Hizo esfuerzos por constituir la gran coalición con el PSOE y el PP. Atrajo al PSOE y no le dejó margen para completar su idea de extender la alianza por la izquierda. Presionó al PP, que se resistió hasta el final a una fórmula que arriesgaba dejar fuera a Rajoy.  El PP ya había ya decidido: o Rajoy o nuevas elecciones.        

El cambio, a medio camino

Todas las voces señalan que el inédito cuadro multipartidista se mantendrá el 26-J, pero sí podrían alterarse las posiciones o las diferencias entre los cuatro partidos. El PSOE podría verse superado si prospera una nueva alternativa de izquierda. Ésta, según el resultado del 20-D, podría superar al PSOE por más de 500 mil votos con la suma de Izquierda Unida. Por otra parte, Ciudadanos, valorado por su actitud pactista de centro-derecha, espera una subida que le permita ser más decisivo en la formación de una gran coalición social-liberal-conservadora.

Los partidos tradicionales, PP y PSOE, defenderán sus posiciones de primero y segundo, respectivamente. Es probable que el PP lo consiga, pero el PSOE, desgastado por 90 días de negociaciones malogradas, podría caer a una tercera posición, abriendo nuevas incertidumbres en el vibrante cambio de época de la política española.