Wednesday, May 04, 2016

ESPAÑA: ENTRE EL ORDEN Y EL CAMBIO

El empobrecimiento con el aumento de la desigualdad mezclado con corrupción política y autoritarismo gubernamental hunden el bipartidismo. Las elecciones generales de diciembre pasado anunciaron un cambio de época que los partidos tradicionales –PP y PSOE- aún no asimilan, mientras nuevos partidos no acaban de diferenciarse lo suficiente ante la opinión ciudadana. El dilema del 26 de junio (26-J) es hacia un social-liberalismo conservador o una social-democracia transformadora.

Mariano Rajoy, PP; Pedro Sánchez, PSOE; Pablo Iglesias, Podemos; Albert Rivera, Ciudadanos
    
El ocaso del bipartidismo

El Rey Felipe VI ha disuelto las Cortes españolas, después que los partidos políticos fracasaran en el intento de formar gobierno, después de más de cuatro meses de las elecciones del 20 de diciembre pasado (20-D); ¿Qué ha sucedido?

El 73,2% de los españoles que votaron el 20-D expresó contrariedad con uno de los aspectos medulares del sistema político establecido en la transición democrática: el bipartidismo, inducido por mecanismos electorales que favorecen la formación de mayorías sólidas que den estabilidad al sistema.

En las 10 elecciones generales, desde 1979 hasta 2011, las dos primeras mayorías reunieron no menos del 64% de los votos, exceptuando la de 1989, que sumaron el 59,49%. Más aún, en las últimas seis elecciones, de 1993 a 2011, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sumaron un promedio del 77,29%.

El 20-D, el PP y el PSOE lograron reunir sólo el 50,73% de los votos con la irrupción de dos fuerzas emergentes: Podemos (2014), proveniente de los movimientos sociales surgidos durante la crisis económica y Ciudadanos (2007), formado por sectores profesionales e intelectuales que rechazaron el ideario del catalanismo en sus versiones nacionalistas e izquierdas y que en 2015 decidieron extenderse por toda España.

Crisis, corrupción y políticos

Así como el movimiento de los indignados del 15- M, en 2011, sacudió la indiferencia ante la crisis económica y social, ahora, la mitad de los ciudadanos han removido uno de los pilares de la arquitectura política de la Constitución del 78:  

Una ciudadanía harta de comprobar diariamente como banqueros, empresarios y políticos, responsables de la crisis, son los mismos que aparecen en tramas de corrupción, en la que sobresalen políticos que se aprovecharon de sus posiciones de poder, conectados con bancos y empresas fraudulentas.

La desigualdad en España, sólo superada por Chipre, es la que más se ha extendido entre los 28 países europeos. Es el resultado de la forma de gobernar una crisis que cumple ocho años. El 1% de los más ricos recibe lo mismo que el 80% más pobre y la pobreza aumenta con una desocupación (21%) que no baja del 20% desde hace cinco años y medio, a pesar de las reformas laborales  de talante neoliberal. En este tiempo, el PP, el partido de gobierno de mayoría absoluta, continua engrosando la lista de imputados – 354 reconocidos militantes- por jueces que investigan casos de corrupción.

Gran coalición o coalición de izquierdas

Los resultados del 20-D fueron de tal magnitud que el PP, primera mayoría (123 diputados), rehusó el ofrecimiento del Rey a formar gobierno, porque no tenía apoyo de otros partidos. En cambio, el PSOE (90 diputados) aceptó, tomó la iniciativa para formarla y no lo logró después de 90 días de negociaciones. Nunca había ocurrido esta situación en 39 años, en 1977, cuando fue la primera elección general, en plena transición.

La nueva situación dejó a un PP en solitario, con la posibilidad de lograr el apoyo de Ciudadanos (40 diputados) y quedar a 30 votos de la mayoría. La mayoría del PSOE encabezado por Pedro Sánchez resolvió no negociar con el PP, desoyendo voces como las de Felipe González: “Ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobierne”, decidido partidario de intentar una gran coalición semejante a la de Alemania.

Sánchez desechó la alternativa de gobierno de “gran coalición” y también la de Podemos: gobierno de “coalición de izquierda”, encabezado por Pedro Sánchez. Éste prefirió ensayar un gobierno de “reforma y progreso” basado en un “pacto de centro” con Ciudadanos y luego buscar el voto o la abstención de Podemos, Compromís e Izquierda Unida para sacar al PP del gobierno.

Por qué no hubo gobierno

El PP con la primera mayoría está aislado políticamente, sin apoyos para ser gobierno; ha resistido en forma pasiva este periodo, esperando el fracaso del PSOE y enfrentar las nuevas elecciones (26-J) con la expectativa de validar su primera mayoría, ampliando la diferencia respecto del segundo.

El PSOE, que el pasado 20-D obtuvo el peor resultado electoral desde 1977, quedó inmovilizado por sus dificultades para pactar con la derecha: “la gran coalición”, a riesgo de  dejar el espacio de izquierdas a Podemos o para pactar con la izquierda: “gobierno de coalición progresista”, lo que podría acarrearle severas fracturas o deserciones internas. Fracasada su estrategia, espera mantener el segundo lugar, amenazado por la formación de una nueva alternativa  de izquierdas que incluiría por lo menos Podemos, Izquierda Unida, Compromís (valenciana) En Comu-Podem (catalana) y las Mareas (gallegas).

Podemos fracasó en su intento de atraer al PSOE a una alternativa de izquierdas. Erró en su estrategia agresiva, a veces arrogante, que incluso le provocó molestias internas. Tenía fundamentos en su discurso, pero sus formas dejaron entrever que prefería una nueva oportunidad para su alternativa de izquierdas e intentar superar al PSOE en votos el 26-J. Para ello se propone confirmar su alianza con Compromís, En Comu-Podem, Mareas  y la novedad: Izquierda Unida, con quien no quiso pactar el año pasado.

Ciudadanos, el cuarto actor, se movió con más libertad en el nuevo escenario que exigía apertura, diálogo y pacto. Hizo esfuerzos por constituir la gran coalición con el PSOE y el PP. Atrajo al PSOE y no le dejó margen para completar su idea de extender la alianza por la izquierda. Presionó al PP, que se resistió hasta el final a una fórmula que arriesgaba dejar fuera a Rajoy.  El PP ya había ya decidido: o Rajoy o nuevas elecciones.        

El cambio, a medio camino

Todas las voces señalan que el inédito cuadro multipartidista se mantendrá el 26-J, pero sí podrían alterarse las posiciones o las diferencias entre los cuatro partidos. El PSOE podría verse superado si prospera una nueva alternativa de izquierda. Ésta, según el resultado del 20-D, podría superar al PSOE por más de 500 mil votos con la suma de Izquierda Unida. Por otra parte, Ciudadanos, valorado por su actitud pactista de centro-derecha, espera una subida que le permita ser más decisivo en la formación de una gran coalición social-liberal-conservadora.

Los partidos tradicionales, PP y PSOE, defenderán sus posiciones de primero y segundo, respectivamente. Es probable que el PP lo consiga, pero el PSOE, desgastado por 90 días de negociaciones malogradas, podría caer a una tercera posición, abriendo nuevas incertidumbres en el vibrante cambio de época de la política española.   

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