Cada día será largo, un enigma. La población en Cataluña está alerta en
la “trama final” hacia la representación de un referéndum. El 20 de septiembre
hubo una “sinopsis” imprevista. Los actores del drama enseñaron el conflicto.
Todo pinta dramático, días que conmoverán el mundo catalán, quizás al español
cada día más lejos. El pronóstico es reservado, puede acabar en tragedia o en
comedia o podría darse la paradoja que no consumándose el referéndum, el
independentismo salga potencialmente favorecido.
En allanamiento a Consejería de Economía, 15 horas de manifestaciónes, hasta 40 mil personas |
Octubre
Es domingo, a una semana del 1 de Octubre, fecha determinada por el gobierno catalán para hacer un referéndum por la independencia de Cataluña del Estado español. Así como en 20 días podían suceder muchas cosas inimaginables, decía, en 7 días pueden ocurrir otras tantas.
La sociedad catalana vivirá la
última semana se septiembre con la incertidumbre “hasta el cuello”. En la mente
Octubre, un mes que evoca “los 10 días que conmovieron al mundo” hace 10O años.
En este caso, el 1 de octubre, “un día dramático”, pase lo que pase, por el
solo hecho de que nadie se atreva a decir lo que pueda pasar, aunque cada uno
en su intimidad imagine escenas de todo tipo, seguro, conmovedoras.
Escenificación en Rambla de Cataluña
Una “sinopsis” de lo que podría
ser el próximo domingo se exhibió en las calles del centro de Barcelona –Rambla
de Cataluña- cuando en las primeras horas del miércoles pasado grupos de
policías de la Guardia Civil ocuparon la sede de la consejería de Economía,
después de detener, uno a uno, a 14 miembros del núcleo organizador del
referéndum que ha trabajado, con sigilo, bajo la dirección del vicepresidente
del gobierno catalán.
Simultáneamente, otros comandos
del cuerpo policial español procedieron a realizar otros 40 allanamientos,
entre estos, a las sedes de otras tres consejerías (ministerios) y dependencias
de instituciones del gobierno catalán. A 45 kilómetros de Barcelona, en Bigues
i Riells, un pueblo de 9 mil habitantes, más efectivos de la Guardia Civil
irrumpían en una imprenta. El registro arrojó la incautación de 9 millones de papeletas para
llenar las urnas (aún no encontradas) el 1 de octubre. El propietario fue detenido.
Asimismo otro grupo ingresaba al Centro
de Telecomunicaciones y Tecnología en busca del servidor informático
imprescindible para el día de la votación. El día anterior, la misma policía, había
requisado, a 28 kilómetros de Barcelona, 55 mil cartas con citaciones a
presidentes y vocales de 6 mil mesas electorales.
A 10 días del referéndum, las detenciones,
allanamientos e incautación de materiales electorales aceleraba el espacio
mediático y las redes sociales. En minutos, la sede de la consejería de
Economía, en pleno registro policial, se convirtió en el centro de una
manifestación de más de 15 horas que llegó a reunir decenas de miles de
personas: 40.000, según la Guardia Urbana.
La ola de indignación ante el allanamiento
de las instituciones catalanas se mantuvo en una tensión. Hubo momentos expresivos
y de indignación, manteniendo el carácter no violento de las movilizaciones. También hubo momentos difíciles cuando la policía catalana se vio en
aprietos para que pudiera salir una funcionaria
judicial de la consejería. Entrada la noche, los policías españoles sintieron
el asedio y decidieron postergar su salida hasta la siete de la mañana del día
siguiente.
La impronunciable violencia
“Nos van a obligar a donde no
queremos llegar”, había dicho el presidente español Mariano Rajoy, y el
presidente catalán, Carles Puigdemont le respondió: “lo siento España, Cataluña
va votar su independencia os guste o no”. Ambas declaraciones revelan un estado de ánimo
de desafío y beligerancia. La “sinopsis” vivida podría ser una anticipación del
escenario de la calle del día 1, cuando la gente concurra a los lugares de votación.
A la firme determinación de los
presidentes se añadirán los actores principales del próximo domingo -la policía
y la gente- que se encontrarán en un campo donde es muy probable el
enfrentamiento: la fuerza y la violencia, una situación sobre la cual
periodistas, dirigentes y voceros de gobiernos, partidos o entidades sociales
prefieren no tocar, aunque es dable pensar que suban las probabilidades que
ello suceda.
“No habrá referéndum”;
“votaremos”. ¿Cómo se resuelve esa contradicción? Un diálogo ya es imposible. Nadie
piensa que ambas partes pueda renunciar a algo para hablarse antes del día
mítico. Se esfuerzan por mantener un equilibrio o proporcionalidad en la acción
y reacción de uno y otros. La fuerza del independentismo es la manifestación no
violenta y la del gobierno de España una ley aplicada sin desbordes represivos que
vulneren los derechos de las personas.
En la “sinopsis” del día 20 el
gobierno ha quedado tocado por la manera abusiva de aplicar la ley tanto contra
las personas detenidas como con las instituciones del gobierno catalán, en
cambio los independentistas han superado la situación con autodisciplina,
expresividad y espíritu de fraternidad, con vocación de mayoría, que son “mucho
más que dos”.
Los gobiernos enfrentados
El gobierno español dispone de
barcos-cruceros en los puertos de Barcelona y Tarragona donde alojarán cerca de
6.000 efectivos policiales, que se sumarán al contingente permanente de la
Guardia Civil y Policía Nacional en Cataluña. Por su parte, a través de la
Fiscalía intenta forzar a la policía catalana a integrarse a una coordinadora de
los cuerpos policiales bajo el mando único de un coronel de la Guardia Civil.
Uno de los puntos de conflicto que deberá resolverse en las próximas horas.
El gobierno catalán mantiene vivo
el referéndum, a pesar, como lo ha reconocido, que ya no podrá ser como el que
había organizado antes de los operativos del 20 de septiembre, y trabaja
activamente su plan B que se propone que millones de catalanes salgan de sus
casas a votar con una papeleta en la mano para depositarla en urnas. Algo que
el gobierno español ya ha dicho que no va consentir.
La democracia degradada en toda España
La asonada policial de la semana
pasada ha cambiado el cuadro político, agudizándolo. La sociedad catalana
percibe que el gobierno español se ha extralimitado y se propone ya no solo
impedir el referéndum, sino arrebatarle importantes cuotas de autogobierno. De
hecho, ha tomado el control de sus finanzas, se empeña en subordinar a la
policía autonómica y los procesos judiciales, ya abiertos contra la presidenta
y miembros de la mesa del parlamento, centenares de alcaldes y altos
funcionarios de gobierno, cercan la capacidad de maniobra del presidente y sus consejeros.
España comienza a inquietarse, la
solidaridad emerge en Madrid, Zaragoza, Vitoria, Sevilla, Santiago de
Compostela. Unidos Podemos toma una iniciativa que reúne a 10 partidos de la
oposición en una Asamblea parlamentaria para enfrentar la política de Rajoy
hacia Cataluña. El gobierno Vasco se distancia del español y se aparta de la
negociación de los presupuestos de 2018
En Cataluña, la alcaldía de Barcelona estrecha lazos con
la Generalitat y su alcaldesa, líder de la izquierda no independentista -Cataluña
en Común- se une al independentismo en la protesta contra los detenidos del día
29 (ahora en libertad con citación judicial), en defensa de las libertades, el
autogobierno y las instituciones catalanas amenazadas por la represión judicial
y policial.
Por su parte, el gobierno de
España cuenta con el apoyo del Partido Socialista Obrero Español y Ciudadanos (su
socio parlamentario): La reaparición de la “gran coalición” (PP-PSOE-Cs) para desbaratar
el referéndum.
Nada acabará, nada será igual
Nada acabará, nada será igual
Las incógnitas se despejarán
durante el día. Dependerá del tipo de enfrentamiento y qué consecuencias
humanas y políticas produzca. El 1 de Octubre nada acabará y el día siguiente
lo más probable no será igual. La contienda entre el Estado español y el independentismo
catalán continuará en otra fase, por conocer.