Sunday, October 22, 2006

LA OEA NO OLVIDA A CHILE


En días como éstos, hace ocho años, la sociedad chilena estaba sobresaltada. Un juez español había ordenado la detención de Augusto Pinochet (18 de octubre, 1998) ejecutada por Soctland Yard con la complicidad del gobierno británico en Londres. El Canciller de ese tiempo, José Miguel Insulza (hoy Secretario General de la OEA), en nombre del segundo Gobierno de la Concertación, dirigía la operación política-jurídica de recuperar al ex dictador, entonces Senador vitalicio.

En estos días, la sociedad chilena está sosegada. La Corte de Derechos Humanos de la OEA ha dispuesto que el Estado chileno ha incumplido su compromiso internacional de sancionar los delitos de lesa humanidad (15 de octubre de 2006). La Ministra Secretaria General de la Presidencia, Paulina Veloso, en representación del cuarto Gobierno de la Concertación dirige la operación político-jurídica destinada de derogar o legislar para dejar sin efecto el decreto-ley de amnistía dictado por la Junta Militar de Gobierno en 1978.

"La justicia en la medida de lo posible" fue un refrán repetido durante los primeros cuatro años de la transición. Ahora ésta viene de la mano de la Corte de la OEA. La voluntad de la Presidenta es extendérsela y cumplir con el compromiso demandado. Los partidos de la Concertación parecen dispuestos a sacudirse de la norma que hace imposible aplicar justicia por delitos "contra la humanidad". Esto recién comienza, una disputa jurídico-política que llevará tanto o más tiempo que la dada por Pinochet detenido en Londres.

El ex Presidente Patrico Aylwin, autor de la sentencia "la justicia en la medida de los posible", y su ex Ministro de Justicia señalan que la derogación de la amnistía no tendría efecto práctico, pues una convención no puede aplicarse en forma retroactiva y omitir la amnistía vulneraría el principio de la "cosa juzgada".

Se desprende de esto que prominentes hombres de la Concertación consideran ahora que la amnistía del 78 es ya un hecho de la causa, consolidada, inamovible, legítima, norma ajustada a derecho y no una norma autoritaria, fraudulenta, es decir, dictada al margen de los principios del derecho, destinada a cubrir los delitos "contra la humanidad". Paradojal resulta cuando el programa presidencial encabezado por el propio Aylwin, en 1990, figuraba la derogación de la amnistía.

Sin embargo, si ampliamos la mirada podemos ver el caso argentino de cómo bajo presión militar un gobierno democrático promulgó una ley de Obediencia Debida y de Punto Final, aprobado por un parlamento elegido, pero que años después otro gobierno democrático y paralamento elegido removió, cuando los militares ya no amenazaban la estabilidad constitucional.

Un "nunca más" con futuro no basta con declamarlo, requiere ser acompañado de actos sólidos, transparentes, persuasivos, como la aplicación de justicia. Leamos: "Muy bien, nosotros tenemos la obligación de enseñar a los jóvenes que eso no tiene que pasar nunca más", dice el director técnico de Colo-Colo, el argentino Claudio Borghi, cuando La Nación le consulta su parecer por la reapertura de los juicios por los crímenes de la dictadura militar argentina.

Sunday, October 15, 2006

TOCA LO HUMANO


Michele Bachelet ha vuelto a Villa Grimaldi. Lo hace como Presidenta de la República, después de 31 años, cuando lo hiciera como prisionera. Entonces, sindicada por el gobierno "de facto" como parte del bando de los "enemigos de Chile", ahora reconocida por todos, incluidos los incondicionales de ese gobierno dictatorial, como Jefa del Estado de Chile. Un retrato que la mirada del analista arrojará explicaciones en abundancia, pero distinta será la mirada del contemplativo que proyectará algo extraordinario, asombroso.

Este tipo de fotografía no es nueva en la historia reciente, del siglo XX, pero casi siempre el ojo humano se detiene en ella. Atraido por la paradoja, el contraste, el enigma que encierra; en segundos algo se desliza en la intimidad. En la retina queda fijada una composición impresa en la memoria, disponible para recordar, reflexionar, comunicar.

La presencia de la Presidenta en el parque de la Paz está asociada inexorablemente a la presencia de la prisonera militante socialista en el campo de concentración de la Dina. Por allí atravesó "la experiencia del mal radical" que todo lo invade y devora, recordada por el ex prisionero del campo de concentración nazi de Buchenwald, Jorge Semprún, en La escritura o la vida.

Michele Bachelet ha abrazado a una de sus ex compañeras de celda, ha recorrido con pausas la geografía de lo que fuera un espacio cerrado administrado por carceleros y, ahora, convertida en un espacio abierto administrado por sobrevivientes. Se ha detenido ante el memorial de las 226 personas que no pudieron atravesar, siendo devorados por la maquinaria de muerte. En este lugar ha aparecido la Presidenta anunciando que está en su mente sacudirse de una de las rémoras de ese otro tiempo: la amnistía decretada en 1978.

Otro aire de justicia llega a Chile de la mano de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La entidad de la OEA impugna la aplicación de la amnistía del Estado chileno sancionada en 1996 ante un delito considerado de lesa humanidad, la ejecución del profesor comunista Luis Almonacid a la salida de su casa, días después del golpe militar de 1973.

Asoman los peros y razones jurídicas que hacen ineficaz lo que pasa por la mente de la Presidenta. Derogar la amnistía es un acto al vacío, pues todos los hechos amnistiados son anteriores a cuando el Estado chileno suscribió la Convención Americana en 1990. Pero cabría preguntarse por el valor jurídico de la amnistía de 1978: impuesta por un régimen "de facto" reñido con los principios del estado de derecho y que puso en interdicción el poder de los jueces al despojarle de una de sus competencias fundamentales, administrar habeas corpus.

Michele Bachelet días despues que atravesara por la experiencia de la Villa Grimaldi voló a la República Democrática Alemana, el 1 de febrero de 1975, algo semejante es lo que hace en estos días. La Presidenta tras reencontrarse con Grimaldi, ha volado a Alemania, el 18 de octubre de 2006 donde recorrerará la geografía de su exilio. La Presidenta que toca las huellas de su prisión y su exilio, la que se dispone a tocar uno de los capítulos pendientes de la Concertación, la amnistía del 78, simplemente, toca lo humano. Eso, contemplarlo... asombra.

Monday, October 09, 2006

DE VUELTA A LA PLAZA


Un domingo, de vuelta a la plaza de la Ciudadanía. Resaltan retratos de la vida de Víctor Jara. Desplegados en el espacio ocupado antes por la "llama de la libertad", encendida por los que le dieron muerte, hace 33 años. Un lugar "reflexivo", conmovedor, mas cuando esa tarde un cantor de Maullín regalaba, con su voz y su guitarra, mensajes del que, junto a Violeta Parra, es el compositor popular de mayor reconocimiento en el mundo.

Enfrente, atravesando la Alameda, otra imagen sobrecoge. Un páramo frío, cercado por vallas de metal dispuestas en forma meticulosa. Un espacio habitado por policías, observadores de contados turistas que arriban desde los patios interiores de La Moneda.

Lo que hasta hace poco era un espacio inasequible, del "Altar de la Patria", junto a los edificios de las Fuerzas Armadas y de los Carabineros, ahora fluyen ciudadanos curiosos que miran, leen y recuerdan la envergadura de un símbolo cultural y político; en cambio, en su lado opuesto, lo que ayer era un lugar abierto, junto al Palacio de la Moneda, ahora está prohibido disfrutarlo, restringido al tránsito de unos cuantos peatones.

El arquitecto Cristian Undurraga, mentor de la plaza, en el 2004 la imaginaba "la máxima exaltación de lo democrático, verla como todos los domingos recibe a familias, en el prado, con sus viandas y en completo esparcimiento o en la noche de año nuevo acoge a familias con sus mejores tenidas, ajenas a cualquier segregación, que llegan a celebrar con vino y comidas en mesas. Experiencias maravillosas, llenas de urbanidad", concluía el llamado a crear un gran espacio ciudadano.

Día domingo, día "normal", o sea, sin manifestaciones. La plaza más hermética que un día "anormal", con manifestaciones. A unos dejan pasar, a otros no, pero nadie puede sentarse en el prado, menos hacer pic-nic. ¿Por qué? preguntamos a carabineros. A las razones de seguridad de la semana anterior (ver Plaza rigurosamente vigilada. 7 Octubre, 2006), los policías añaden: "no hay cultura en Chile para esta plaza: ensucian, destrozan, queman el pasto, trepan luminarias..." Sólo uno menciona la "molotov" del 11 de septiembre.

El lado de La Moneda de la plaza de la Ciudadanía está interdicta para los ciudadanos por orden de un "gobierno ciudadano" que, a su vez, ha decretado que por la Alameda, aledaña a la plaza ningún grupo de ciudadanos puede manifestarse. Libertades ciudadanas recortadas por incultura o inseguridad. O los chilenos no están preparados para hacer uso de esta plaza o están castigados a causa de la reciente profanación del Palacio.

En este "microespacio", contiguo al principal símbolo de la república, la seguridad doblega a la libertad, eliminando una condición propia de la plaza, como señala el filosofo Humberto Giannini: su "reflexividad", física, mental o comunitaria: lugar que permite a la persona salirse del tiempo lineal (de la calle, del trabajo) deteniendo su camino; lugar donde por un momento se despega de las cosas para lanzar una mirada más allá de lo que lo ocupa; o lugar abierto que le ofrece a la persona un ámbito de reencuentro ciudadano. La plaza de la Ciudadanía, al menos en su lado norte, no hay espacio para eso. Hay vacío.

Sunday, October 01, 2006

PLAZA RIGUROSAMENTE VIGILADA



Mañana soleada en la plaza de la Ciudadanía. Protegida de vallas, su acceso es restringido. Ingreso por uno de ellos, vigilado por una pareja: carabinera y carabinero. Me siento en el área verde. Me sumergo en la lectura de una crónica sobre los orígenes del Santiago Alegre de Aurelio Díaz Meza ("Patria vieja y Patria nueva", T.XV). A los cinco minutos escucho:

- Señor, tiene que retirarse, dice con voz firme
-Levanto la vista, sentado, pregunto por qué,
-Por motivos de seguridad, responde
-Palabra que me hace incorporarme de inmediato, sin dejar de interpelarlo ¿pero no se puede leer aquí?
-Hoy no es un día normal, me responde, asomando ya un tono de impaciencia
-Por qué, inquiero, curioso
-Porque hay una manifestación (se refiere a una marcha de los trabajadores de la salud)
-Pero esta la plaza de la Ciudadanía, ensayo un argumento de derecho a estar ahí
-Mire, tiene que retirarse, porque esto es parte del entorno de seguridad de La Moneda

Me dirijo al acceso. La carabinera, observadora, con un aire de lúdica complicidad dice: "sentía envidia de verlo ahí sentado leyendo al sol, pero por seguridad tenemos que cerrar la plaza". Me retiré, pensando en las últimas palabras del carabinero: el "entorno de seguridad de la Moneda", una especie de zona de su influencia ocupada por sus fuerzas.

La plaza de la Ciudadanía surgió como promesa bicentenaria y como recuperación de símbolos republicanos en el espacio público. El gobierno de Ricardo Lagos abrió los patios interiores del palacio de la Moneda a los ciudadanos, una expresión de reencuentro simbólico con "la otra democracia" (1925-1973). La plaza ideada era una continuación coherente con tal iniciativa: acercar al ciudadano a su centro cívico aledaño al ícono republicano de la democracia representativa: la sede del Presidente de la República.

La plaza concebida inicialmente como una unidad compacta, dividida por sutiles líneas que hacen senderos peatonales que cruzan en distintas direcciones y un mobiliario de bancos y farolas, funcional al carácter social del lugar. En su perímetro dos líneas de árboles y agua circulando a través de un conducto (simulación de acequia). y en los zócalos de los edificios lugares sombreados con arcadas para paseo y comercio.

Ese diseño de plaza quería rescatar la idea de la Alameda como un lugar polivalente: de paseos familiares de domingo, de fiestas cívicas y culturales, de conciertos y recitales, de manifestaciones sociales y políticas. Sin embargo, esta idea de ciudadanía ya ha sido recortada. Hay un lado norte y otro sur y, si no se soterra la Alameda (como estaba en su mentor), la partición se consolidará. Ambos lados han minimizado el área verde, en contraste el área dura. Y el mobiliario es inexistente.

Su lado norte, junto a La Moneda es, por ahora, un espacio vacío, un lugar de cruce de peatones, cuando se permite, algo así como un "no lugar", según Marc Augé, lo contrario al encuentro, a lo ciudadano, a lo republicano. La negación de la plaza. Su lado norte, al menos, parece un amplio y ornamental patio trasero del Palacio, donde unos pocos ciudadanos lo atraviesan bajo la perenne vigilancia policial.