Thursday, November 30, 2006

UN REGALO DE MILLAS


La cultura política que llevan en sus "mochilas" la mayoría de los políticos actuales la han cargado durante las cuatro últimas décadas: desde los 60 a los 90. Las memorias de Orlando Millas (Una Digresión, 1957-1991), fallecido en diciembre de 1991 en Holanda, reviven, hasta el último día de su vida, treinta y tres años conmovedores. Millas, uno de los comunistas chilenos más reconocidos de esos tiempos, desliza casi sin pausas, consciente de que sus días estaban contados, una historia de revelaciones extraordinarias, un regalo.

La pluma del periodista que fue, reconstruye ese trozo de Chile que llevamos a nuestras espaldas; la hace correr con una sinceridad que deslumbra: discute con la revolución cubana, dialoga con la Democracia Cristiana, defiende la intuición de Salvador Allende, increpa el voluntarismo izquierdista de dentro y fuera de la Unidad Popular, resalta a los comunistas que luchan en el espíritu recabarrenista y critica, sin tapujos, a los comunistas que apuestan a las armas y, finalmente, apela a las nuevas generaciones a que no olviden los devastadores daños dejados al país por la dictadura.

La pluma de Millas escribe en mayúsculas: el "socialismo real" era un coloso con pies de barro", y se hace dramática cuando declara: "cada día en la Unión Soviética sufrí una amarga decepción". Confiesa: "estuvimos convencidos que allí se edificaba una especie de Paraíso Terrenal (...) si el socialismo se identificase con las obras de Stalin y Bréznev, si su sistema político fuese idóneamente el de las autocracias estatistas, si su economía debiera funcionar por los métodos del centralismo burocrático, no podrían las jóvenes generaciones actuales y futuras estar dispuestas a luchar generosamente por tales aberraciones".

Este es el tenor de las memorias de un comunista allendista que murió como tal, desplazado de su partido desde comienzo de los 80, cuando hizo un giro hacia las armas, mientras él gradualmente fue renovándose hasta llegar a impugnar el "socialismo real" como una falsificacón de las ideas de Marx y Engels: "me costó mucho dejar de lado las anteojeras de que estaba premunido. En un penoso y prolongado proceso, tardé demasiado en convencerme de las honduras de los males".

Mientras la renovación de Millas lo condujo a realzar el ideario democrático y socialista de Allende, aunque dotándolo de más consistencia intelectual y flexibilidad política en una perspectiva de transformación del capitalismo, la renovación de otros comunistas y no comunistas, adheridos al "socialismo real", los condujo a asumir el ideario liberal democrático en una perspectiva de dotar al capitalismo de equidad.

Las Memorias de Millas son una vertiente de cultura política, pero ni los medios de comunicación, ni la academia, ni los partidos, incluido el comunista, parecen interesados en beber del relato de un político chileno que dejó como herencia honestidad y lealtad a sus ideas, a su conciencia. Son demasiados los políticos actuales que han descargado sus mochilas de esta cultura y, vacíos, deambulan entre cámaras y micrófonos en la cultura del espectáculo y de la banalidad que los domina y degrada ante los ciudadanos.

Sunday, November 12, 2006

¿ES CHILE UN PAIS CORRUPTO?


Qué difícil parece ser hablar en forma serena cuando hay denuncias sobre apropiación indebida de dinero, mas cuando de por medio hay prominentes hombres de la política, de los negocios o de cualquier esfera pública o privada que constituye el "poder establecido". Es tal el griterío que se produce que los ciudadanos poco o nada entienden, pero sí en forma espontánea se coloca en sus mentes el adagio: "si el ruido suena es porque piedras trae".

Los medios de comunicación, por lo general, en vez de procurar una entrega que produzca más claridad y entendimiento en los ciudadanos, prefieren cautivarlos con un espectáculo, semejante a los que concitan riñas en espacios públicos como hemiciclos, estadios, calles...

Informar en estos casos no es fácil, se requiere competencia, habilidad y sobre todo buenos informantes, pero también una mirada más amplia que dé cuenta de las condiciones del ambiente sociopolítico en que suceden las denuncias de corrupción que afectan a personas vinculadas al poder. En esto último cabe leer la columna de Patricia Verdugo aparecida en El Mostrador el 10 de Noviembre pasado.

Si en Chile hay corrupción sería absurdo decir que no. Si Chile es un pais corrupto ya eso parece discutible, depende que se quiera decir. Si el sistema que lo rige, si los gobiernos u otros poderes del Estado o un número significativo de privados. La corrupción está vinculada a valores que dan sentido a los sistemas, las políticas y las personas y a si los sistemas son más o menos cerrados o susceptibles de un mayor o menor control de sus actos por parte de los ciudadanos.

Es notorio que el dinero se ha convertido en una medida con que se mide el éxito, la fama e incluso la felicidad, por la capacidad de acceder a bienes que producen placer. La persona que logra más riqueza en un tiempo breve, se le considera un modelo a imitar; semejante consideración logra un país que logra exhibir un notable crecimiento en un corto plazo. Menos importante o se subordinan a los deslumbrantes resultados los impactos directos o colaterales que significaron conseguirlos.

Desde el empleador que soslaya el pago de las imposiciones a los trabajadores, pasando por el funcionario que cobra comisiones (u otras prebendas) en un negocio con un tercero, hasta el particular que usa innovadoras modalidades para cometer un robo a otro particular. Todos ellos, en sus medios, van a mostrar el símbolo que atraerá la atención de la familia, de los amigos, de los pares, de los acreedores o del sistema mediático, según sea el caso.

El sistema político y mediático en estos 17 años han marcado una tendencia a proteger o aminorar efectos no deseados por denuncias o evidencias de corrupción, como ha sucedido en los tres primeros gobiernos de la Concertación con la venta de empresas públicas en el último año de la dictadura, o los "pinocheques", o los sobresueldos, o el MOP-Gate, a diferencia del Caso Riggs que provino de una investigación de una Comisión del Senado de Estados Unidos, lo que significó que el ex dictador Pinochet, para la gran mayoría de sus partidarios haya pasado ser de un líder salvífico a ser alguien incómodo, innombrable.

Wednesday, November 01, 2006

CHILE RE- CORTADO


A ChileDeportes se le llama “ChileRecorte” luego de la obra legada por “operadores políticos” ligados a los partidos de la Concertación. La promesa de cambiar el sistema electoral binominal, del mismo modo, ha sido recortada por dirigentes de los partidos de la Concertación en oficinas de hombres de derechas. Para ello, previamente, los mismos partidos demolieron lo construido por la Comisión Böeninger, convocada a idear un cambio del sistema.

En rigor corrupción es alterar, trastocar algo, en el caso que nos interesa, la democracia representativa de las ciudadanas y ciudadanos. El segundo gobierno de la Concertación, en 1997, ya planteó que el sistema binominal “ha distorsionado gravemente la voluntad popular” y que “está lejos de coincidir con la realidad de la opinión ciudadana”.

La Comisión defenestrada planteó que el mismo sistema permite que una lista que obtenga un 33% de los votos en un distrito o en una circunscripción senatorial puede quedar sin representación. Basta recordar que Ricardo Lagos fue víctima del sistema cuando, en 1989, recibiendo el 30,62% de los votos, fue desplazado por Jaime Guzmán que consiguió el 17,19%.

La Concertación abandona el cambio seducida por el perfeccionamiento del sistema impulsado por Renovación Nacional (ver La seductora perfección, 24 Agosto, 2006) El binominalismo se afianza. En la trastienda todo se recorta a como establecer un porcentaje de votos que facilite una representación al Partido Comunista en la Cámara o en el Senado. .

Pero el fondo es otro; es el sistema binominal el excluyente al reducir a un mínimo la competencia real entre los candidatos. Las ciudadanas y ciudadanos acuden a las urnas a ratificarlos en la gran mayoría de los distritos y circunscripciones senatoriales. El binominal recorta el derecho del ciudadano a elegir.

La Concertación y la Alianza parecen cómodos con este sistema. Los parlamentarios de ambos lados se sienten compartiendo un espacio común, se retroalimentan; sus rivales están en sus propios partidos o pactos; ahí es donde se enfrenta y decide la elección real de quien ocupará el asiento parlamentario, lo que altera, trastoca, en suma, corrompe, desfigura el principio republicano de la soberanía popular.

En medio de las negociaciones más o menos furtivas, los labios de la Presidenta vuelven a insinuar la palabra plebiscito. Un término inequívocamente democrático y que a los partidos (todos autodefinidos como democráticos) incomoda, le huyen. ¿Consultar al pueblo? ¿Para qué? Si no tiene derecho a decidir en estas materias (no es vinculante su decisión), según la Constitución.

Mientras el Presidente Lagos anunciaba el 21 de mayo de 2004 que “el sistema binominal va a ser la muerte de nuestro sistema democrático”, dos años y medio después, sus partidarios en vez de buscar la creación de un movimiento ciudadano consistente (similar a lo de 1988), que se abra paso a una consulta popular útil para el cambio, optan por renovar la legitimidad del sistema binominal con ajustes que buscan atraer al partido comunista a compartir ese ámbito común de los partidos, distante de los sentimientos y opiniones de ciudadanas y ciudadanos, que obligadamente, en forma periódica, tienen que acudir a ratificar lo que ya ha sido decidido.