Wednesday, February 23, 2011

EL ESCRITOR Y EL OLVIDO

La culpa alojada en la intimidad del escritor se esparce por la silenciosa sala de Casa América de Catalunya. Héctor Abad, periodista y escritor antioqueño, contenido, confiesa el sentimiento de culpa que l llevó a escribir El olvido que seremos (2005), la novela, traducida a varios idiomas, que habla de su padre, Héctor Abad Gómez, médico comprometido con los derechos humanos, asesinado por paamilitares el 25 de agosto de 1987.

Me gusta su olor, y tanmbién el ecuerdo de su olor... Me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de su opa y la meticulosa limpieza de su cuerpo", escribe su hijo convencido que con más amor habría intentado sacar a su padre de en medio de lo que afirma era una "campaña delirante", las vividas durante los intentos de pacificar Colombia durante el gobierno de Rómulo Betancourt.

¿Cuál habría sido la respuesta de su padre ante el requerimiento exigente de su hijo?

Abad quiere hablar de literatura, de sus otros libros, como de Oriente empieza en El Cairo (2002), una crónica novelada tras vivir dos meses en la capital egipcia, y que casi toda la edición (unos 1.900 ejemplares) yace en el sótano de su casa luego que la editorial Mondadori se la devolviera, resignada, ante el fracaso de venta.

Contar historias es el oficio del novelista. Influenciado por la novela italiana clásica, como El Decamerón, el escritor asume la idea de entonces de contar historias para apartarse de la idea de la muerte, del horror. Es lo que hace en Fragmentos de amor furtivo (1998) donde una pareja entregada al disfrute erótico escapa de la violencia que corre por las calles de su ciudad, Medellín.

Escéptico de su país, por un momento creyó en “la ola verde”, encabezada por los matemáticos Antanas Mockus y Sergio Fajardo, derrotados por Juan Manuel Santos en las elecciones de 2010. En su Medellín mejorado, reconoce, vive recogido, aunque periodista prolífico, distante del mundanal ruido.

Rechaza cualquier insinuación de jugar un rol público y el espectro de la figura de su padre reaparece, cuando con fuerza emocional dice: “nada con procesos de paz, no, jamás dar la mano a asesinos sean paramilitares o guerrilleros”.

Un público casi enteramente colombiano pregunta. Abad ha vuelto a España, país que siente como su segunda casa, después de 10 años de “castigo”, pues se autoimpuso no pisar tierra de sus antepasados por la despreciable obligación impuesta por el Estado español a los colombianos a “medigar permisos de visas”.

Vuelve a Medellín, a su cobijo, con su culpa y con el reconocimiento de innumerables lectores por haber intentado recuperar a su padre en la novela que lleva el nombre el primer verso de Epitafio, un poema de Borges, encontrado por su hijo en el bolsillo del pantalón de su padre luego que los sicarios vaciaran sus cargadores en su cuerpo: "Ya somos el olvido que seremos..."