Wednesday, September 25, 2019

LA ÉLITE POLÍTICA NO CONECTA

La incapacidad de los partidos de pactar o compartir planes y gestión de gobierno para  encauzar y superar las crisis (económica, territorial y política) que están afectando a España desde el comienzo de la década produce honda frustración en la sociedad. Los ciudadanos han votado por el acuerdo político en las tres últimas elecciones. La última, el 28A, lo han hecho en favor de un acuerdo progresista de izquierdas. Pedro Sánchez, mandatado para concretarlo, no pudo o no quiso

Cuatro años, cuatro elecciones 

Finalmente el presidente "en funciones", Pedro Sánchez optó por ir a nuevas elecciones generales en busca de un gobierno de partido único en vez de ser investido presidente de un gobierno de coalición (Partido Obrero Socialista Español (PSOE)/Unidas Podemos (UP) contando con votos y abstenciones suficientes para sumar más que los partidos de derecha y de extrema derecha. 

La repetición de la elección del 28A será la cuarta elección en cuatro años, algo inusitado en los 41 años de democracia parlamentaria española. Esta situación representa la voluntad de los ciudadanos por superar el bipartidismo, pero los partidos mayoritarios (PSOE y PP) no parecen admitirla ni asumir sus consecuencias. 

Los españoles progresivamente percibieron en los partidos mayoritarios, en especial el Partido Popular, la aplicación de políticas de austeridad que derivaron en desempleo de larga duración, incremento de la pobreza, aumento de las desigualdades sociales, descenso en las remuneraciones y precariedad de los contratos laborales. 

Además la población evidenció la corrupción política de los partidos en el poder: financiación ilegal los mismos a través de contratos públicos con empresas privadas, negligencia ante prácticas abusivas del sistema financiero, fraude al estado de una amplia gama de dirigentes políticos sea en provecho personal o de sus propios partidos.

El cambio: del bipartidismo al multipartidismo

Todo ello influyó para que el bipartidismo se trizara el 2015 con la irrupción de dos partidos estatales: Podemos, agitando el cambio social y democrático ante el avance de las políticas de austeridad del gobierno del PP recortando derechos políticos y sociales y Ciudadanos, de origen catalán, que se extiende por todos los territorios de España propiciando la regeneración democrática ante la corrupción política y el 2018 emerge Vox con un talante político de nacionalismo posfranquista e ideas económicas neoliberales.

El cambio político en la sociedad española en esta década está a la vista: mientras el PP y el PSOE reunían el 83,91% de los votos ciudadanos en 2011, ahora, en 2019, reúnen el 45,38%. Sin embargo, los partidos mayoritarios se resisten a asumir esta nueva realidad y chocan contra la expresión de los ciudadanos en las tres últimas elecciones: pactar, formar gobiernos de coalición, como sucede en la mayoría de los países europeos, algo muy propio de los sistemas de democracia parlamentaria.

Con el asentamiento de Podemos, Ciudadanos y la aparición de un tercero, Vox y con la fractura del nacionalismo catalán con el estado, ya no es viable, como lo fue por 38 años, la formación de gobiernos a partir de mayoría absoluta de votos de uno de los dos partidos partidos mayoritarios (favorecidos por la ley electoral) o de pactos con partidos periféricos, nacionalistas, catalán o vasco.

Gobierno de partido único o gobierno de coalición

En 2016, el gobierno de Mariano Rajoy se formó gracias a la abstención de su rival, el PSOE, que para hacerlo tuvo que destituir a su secretario general, entonces Pedro Sánchez. Tres años después, el mismo Sánchez no acepta ser presidente de un gobierno de coalición con UP y desdeña la abstención de Esquerra Republicana, el partido independentista catalán. Prefiere apostar a nuevas elecciones con la expectativa de incrementar sus actuales 123 escaños (se forma gobierno con 175).

El 91,6% de los ciudadanos españoles, según un sondeo publicado en El País, se declara decepcionado, enfadado y preocupado (en ese orden) de dirigentes políticos incapaces de pactar como "lo sugería" el resultado de las elecciones (la expresión de la voluntad de los ciudadanos). .

La mayoría de españoles el 28A se pronunció por un no claro a un gobierno de las tres derechas y un a un gobierno pactado encabezado por el PSOE y formado con apoyos similares a los que recibió la moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy en 2018. Sin embargo, Pedro Sánchez conocido los resultados electorales se fijó establecer un "gobierno de partido único" chocando con la propuesta de "gobierno de coalición" de UP, su "socio preferente" como lo definió tres días antes del 28A.

El "no es no" a Iglesias y Unidas Podemos

Pedro Sánchez con el mandato de reunir una mayoría parlamentaria para ser investido sólo logró un voto más de los 123 de su partido en cinco meses. El PP y Ciudadanos no prestaron atención a sus llamados a abstenerse; quedando como alternativa negociar con UP dispuesta a participar en un gobierno, fórmula que contaba con la disposición favorable de partidos que habían apoyado la moción de censura de 2018.

Pero Sánchez rehusó formar un gobierno de coalición. A una semana de votarse la investidura, sorprendió a todos vetando a Pablo Iglesias a ser parte del gobierno "por haber puesto en duda la democracia de España" (a raíz de su opinión sobre los presos catalanes)  y cerró toda posibilidad de acuerdo cuando cuatro días antes para que expirara el plazo y se convocara a elecciones, desde la la Moncloa, sentenció: "ni yo ni el 95% de los españoles dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno".

La amplia decepción y enfado ciudadano luego del fracaso de un pacto de gobierno dando vía libre a la repetición de elecciones vuelve a aumentar la incertidumbre sobre el futuro político español. Asoma el fantasma de la abstención, que todos señalan perjudicaría más a las izquierdas, lo que hace reaparecer la posibilidad de que las derechas puedan lograr mayoría parlamentaria y formar gobierno o bien que se repita en forma corregida la situación actual con un Sánchez reforzado (aumento importante de escaños) para pactar un gobierno. ¿Con quiénes?