Thursday, February 27, 2014

TRANSPARENCIA, NO MÁS

Una parte de la ciudadanía, cada vez con más consistencia, exige no más abusos. La idea de transparencia avanza y sorprende a los abusadores agazapados en la banca, los partidos políticos , las empresas, las instituciones armadas, las iglesias (...) Lo que se pide a Carolina Echeverría es que transparente sus convicciones sobre los derechos humanos, pero los ministros nominados, Peñailillo y Burgos, la opacan con explicaciones banales e hipócritas.   

la hija y el padre

La presidenta electa Michel Bachelet ha nominado subsecretaria de las Fuerzas Armadas a Carolina Echeverría (PPD), hija de un coronel de Ejército (R), Víctor Echeverría, acusado de torturar y abusar sexualmente a personas detenidas en el regimiento Buin tras el golpe cívico militar de 1973. 

Parece una decisión insensata, pero ¿qué responsabilidad tiene una hija por los actos inhumanos de su padre. Ninguna. Y entonces, ¿por qué es un problema que Echeverría asuma un cargo político, de confianza exclusiva de Bachelet? 

Lo razonable es que los cargos de reponsabilidad política sean ocupados por personas que garanticen a los ciudadanos honestidad, competencia y convicciones coherentes con los principios y programas políticos votados por la mayoría ciudadana.

Echeverría y los marinos torturados

Con estos criterios, el problema que presenta la nominación de la militante del PPD no es que sea hija de un torturador o abusador, sino que los ciudadanos no saben si ella reconoce como cierta o no las conductas que se le imputan a su padre y  si las reconoce como verdaderas, ella las consiente o justifica, o bien las rechaza o condena.

Carolina Echeverría ha sido nominada para desempeñar un alto cargo de reponsabilidad pública y, por lo tanto, sus antecedentes  han de ser transparentados ante la ciudadanía. No obstante ello, la presidenta electa la ha confirmado, desafiando las dudas o falta de credibilidad pública, ciudadana,  por el silencio de la subsecretaria nominada sobre los hechos denunciados.

Una duda que se dispara cuando siendo Echeverria subsecretaria de Marina, en el primer gobierno de Bachelet, se permitió bloquear el acuerdo de los marinos torturados -por denunciar la conspiración de la Armada contra el gobierno de Allende- de ser reconocidos como funcionarios en retiro de la Armada a cambio que retiraran las denuncias judiciales por torturas infringidas por personal naval.

Peñáilillo opaca la imagen de Carolina Echeverría

Peñailillo y Burgos

Por qué Michelle Bachelet ha avalado a la nominada Echeverría sin que ella haya aclarado su posición respecto de las conductas sobre las torturas y abusos de oficiales de Ejército (y de la Armada), entre ellos su padre, en los primeros tiempos de la dictadura cívico militar.

Las explicaciones de Rodrigo Peñailillo (PPD), el nominado Ministro del Interior, aumentan la opacidad del caso: “todos conocemos a Carolina Echeverría" (quiénes son todos), que "desempeñó un cargo en el gobierno anterior" (conocido, ahora, por el maltrato que le dió a los marinos torturados), "tiene una gran experiencia con las Fuerzas Armadas "[sic]" y sabemos de su compromiso en materia de Derechos Humanos”, (eso es precisamente la gran duda, que sólo ella puede aclarar).

Por su parte, su futuro superior, el nominado Ministro de Defensa, Jorge Burgos (DC), ha pretendido descalificar las denuncias de víctimas directas del entonces capitán de inteligencia del Ejército, Víctor Echeverría, cuando señala que "en un Estado de Derecho quienes determinan las responsabilidades penales son los Tribunales, no los denunciantes", por lo tanto no son válidas las acusaciones contra el oficial.

Burgos, "complejidad" o conveniencia del silencio de Echeverría

explicación banal e hipócrita

O sea el capitán Echeverría no es torturador, ni abusador (ni secuestrador, pues sus detenciones no tenían formalidad legal alguna) hasta que no haya sentencia judicial a firme. Burgos razona de la misma manera como lo hacían, majaderamente, las autoridades de la dictadura para descalificar no sólo a las víctimas directas, sino a las defensas de la Vicaría de la Solidaridad y de organismos de derechos humanos chilenos e internacionales.

En estos 23 años de Estado de Derecho, la mayoría de violadores de derechos humanos -civiles y uniformados-, muchos de ellos identificados, como el coronel (R) Echeverría, o no han sido procesados o no han recibido sentencia. Pero no por ello no son acreditados torturadores. La "verdad fáctica" y la "verdad judicial", además de tener tiempos diferentes, en muchas ocasiones no se encuentran, aún bajo un sistema democrático en forma.

Asimismo, Burgos justifica el silencio de Echeverría, al considerar “complejo" que ella deba responder por las torturas y abusos que comprometen a su padre, el coronel (r) del Ejército Víctor Echeverría. Es difícil y doloroso, pero imprescindible para la real transparencia, principio básico de una democracia que sintonice con la ciudadanía y no aquella que se aleja de ella con opacidades como las producidas por los futuros ministros Peñailillo, con su explicación banal y Burgos, con su explicación hipócrita

  









  


Sunday, February 02, 2014

RICARDO LAGOS EXPONE SU VIDA

El carácter de Ricardo Lagos se retrata en el título de la primera parte de sus memorias: Mi Vida, directo, expuesto ante los demás. Como cuando acusó al "pequeño cruel dictador" ante millones de chilenos. Aquí, el yo de Lagos deja hablar a la historia y cómo ésta va preparando el político que sobresale en 1988. En Barcelona, suscita atención, preguntas y la presencia de su amigo, el ex presidente de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Maragall.

 Lagos cuenta su vida, reseñada por Josep Ramoneda, a su lado

el yo memorialístico de Lagos

Ricardo Lagos pasó por Barcelona luciendo el primer tomo de su vida: "de la infancia a la lucha contra la dictadura". Lo hizo en Casa Amèrica Catalunya ante unas 200 personas. Presentado por su director, Antoni Travería, la obra fue comentada por Josep Ramoneda, filósofo y periodista reconocido como analista político.

Ramoneda apreció la virtud del autor de situar su narración en el yo-memorialístico y no en el yo-político, algo inusual en las memorias de los políticos. Así, según el analista, Lagos logra construir el personaje a partir de la experiencia, de la realidad, no de sus visiones o ideas, y con el uso de una palabra cercana, que enseña la evolución de él mismo, sin desligarse de sus diferentes contextos.

la democracia, antes y después

Desde su infancia, Ricardo Lagos es sobre todo Escobar, pues se cría inmerso en la familia de su madre, Emma, -su padre, Froilán, murió cuando tenía 8 años y conservó pocos recuerdos- en un ambiente de tías y tíos, dice, donde la democracia era algo natural, como el aire, "un dato, que venía desde siempre y permanecería para siempre".  

Hasta la derrota de la dictadura, en octubre de 1988, cuando es sobre todo Lagos, ha cambiado su manera de pensar: la democracia, ahora, es siempre una construcción inacabada y, por lo tanto, habrá que cuidarla y profundizarla considerando continuamente los contextos. Es la lección del 11 de septiembre de 1973.

Una fecha -11 de septiembre- trágica para los chilenos, pero también para los catalanes, que conmemoran la caída de Barcelona bajo la dinastía borbónica y la consecuente pérdida de libertades. De eso hace 300 años, pero aún vivo, quiérase o no, ante el quiebre entre Cataluña y el Estado español después que éste anulara la decisión de los catalanes expresada democráticamente en el referéndum estatutario en junio de 2006. 

Lagos delante; Maragall, al fondo

Entonces, era presidente del gobierno catalán Pasqual Maragall, un amigo de Ricardo Lagos, en aquel tiempo, presidente de Chile. Esa tarde, cuando Travería, en forma especial, anunció que en el fondo de la sala, entre los asistentes, estaba el ex Presidente catalán (retirado de la vida pública, con alzheimer a medio camino, ahí) se precipitaron segundos de silencio hasta ser interrumpido por medidos aplausos evocadores de afecto y admiración.

Maragall, en el cartel del documental sobre su alzheimer

Maragall el alcalde de las Olimpiadas de 1992 y el presidente de l'Estatut de Catalunya, troceado y desvirtuado, continua sorprendiendo. Antes lo hacía con intervenciones inesperadas. Lagos narró como estando en la cárcel, en 1986, fue despertado a las tres de la madrugada por un funcionario que en voz alta le decía que al teléfono estaba un señor Maragall, del ayuntamiento de Barcelona y que dice que hacen gestiones para que lo dejen en libertad.  

Ahora, asombra con su presencia imprevista en un recital musical, o en la tribuna del Parlament de Catalunya en alguna sesión trascendente, o en una localidad del Camp Nou en un partido importante, o en el fondo de un pequeño auditorio para escuchar la presentación del libro de un amigo, como Lagos.  

líderazgos con independencia

Ambos concitan una empatía que traspasa las fronteras políticas. El carisma del chileno deslumbra por su claridad e inteligencia expositiva, mientras el catalán ilusiona con su imaginación entrañable. Sus respectivos liderazgos han coincidido en marcar una independencia respecto de sus partidos, lo que les ha significado más de un menosprecio. 

A Lagos, el partido socialista lo trató con desprecio en ciertos momentos, entre 2006 y 2010, por ejemplo. En parte, él mismo desistió presentarse a un segundo periodo presidencial cuando los dirigentes de partidos no respaldaron su demanda de incidir en la formación de listas parlamentarias. 

A Maragall el gobierno del PSOE lo excluyó, por una parte de las negociaciones sobre el Estatut, optando por tratar con la derecha catalana encabezada por Artur Mas y, por otra, de la jefatura del partido con la complicidad de un sector del PSC.

continuará...

Ricardo Lagos acaba el primer tomo de su vida a las puertas de un trascendental cambio político, el fin de la dictadura de Pinochet. Anuncia que su yo memorialístico narrará el segundo tomo de su vida. La pregunta sugerida es: con qué Ricardo Lagos nos encontraremos? Para entonces, las puertas de Casa América Catalunya seguirán abiertas, y la presencia de Pasqual Maragall inesperada.