Sunday, October 02, 2016

EL PSOE LE DA UNA MANO A RAJOY

Primero colaborar con la investidura de Rajoy y después elegir un secretario general del PSOE, esa fue la máxima del sector crítico a Pedro Sánchez, alentado, desde Santiago de Chile, por Felipe González, ideólogo de afirmar una gobernanza junto a los conservadores en España y Europa. El PSOE quedó fracturado tras optar a la colaboración y desechar ser alternativa al Partido Popular

Felipe González, empuja al PSOE hacia el apoyo a la investidura de Rajoy

Eliminar a Sánchez

El Partido Popular (PP) volverá a gobernar España los próximos cuatro años. La decisión, paradojalmente, la tomó un Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), su tradicional adversario electoral. 

Por 132 votos contra 107 decidió eliminar el último obstáculo que impedía a Mariano Rajoy ser investido Presidente del Gobierno: el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Tras las segundas elecciones (27J), el Comité, reunido el 9 de julio, sin oposición, consintió que el PSOE votara no a la formación de un gobierno del PP. Así fue como Rajoy fracasó en conseguir los votos suficientes para ser investido.

Pero a Rajoy le quedaba una segunda oportunidad, que debía contar con la colaboración del PSOE mediante su abstención, sin lo cual se iba indefectiblemente hacia unas terceras elecciones, situación que nadie deseaba ante la decepción ciudadana por la incompetencia de los partidos a pactar una mayoría.

Ante el NO a Rajoy

Todas las miradas se dirigieron hacia los socialistas, los únicos que podían facilitar la elección de Rajoy. Fue entonces cuando un sector del PSOE comenzó a incomodarse con el no rotundo de Sánchez al PP. Este sector ya había manifestado sus críticas al secretario general como responsable político de los peores resultados electorales del socialismo en 39 años de democracia parlamentaria.

Las elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia del 27 de septiembre pasado volvieron a golpear a Sánchez con resultados desalentadores, que desplazaron al PSOE a un cuarto y tercer lugar por Elkarrekin Podemos y En Marea respectivamente, mientras el PP lograba la mayoría absoluta en Galicia.  

Pero Sánchez persistió en el no a Rajoy y planteó explorar la formación de una alternativa de cambio con el apoyo de Unidos Podemos y la abstención de Ciudadanos, o la colaboración de los nacionalistas vascos y catalanes. Los críticos del PSOE elevaron el tono.

La dirección de Sánchez convocó a un Comité Federal con el fin de efectuar unas primarias y un congreso partidario en Octubre, un mes y medio antes de la segunda votación de investidura. De esta forma, Sánchez, buscaba legitimar su liderazgo con el apoyo de la militancia socialista e implementar su fórmula de cambio. La tensión del conflicto se intensificó.

Apareció el liderazgo de la presidenta socialista de la comunidad de Andalucía, Susana Díaz,  con el apoyo de 7 presidentes autonómicos y el sector histórico del partido con los ex secretarios generales Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Rubalcaba y el liderazgo del ex presidente Felipe González.

Felipe y el Grupo Prisa irrumpen

Fue este último el que detonó la revuelta faltando cuatro días para la reunión del Comité Federal. Desde Santiago de Chile dio una entrevista especial a la  radio Ser, del grupo Prisa, en la que reveló:

"Yo hablé con Pedro Sánchez porque él me pidió que nos reuniéramos después de las elecciones del 26 de junio. Y el 29 de junio me explicó que [el PSOE] pasaba a la oposición, que no intentaría ningún gobierno alternativo y que votaría contra la investidura del Gobierno del PP, pero que en segunda votación pasarían a la abstención para no impedir la formación de gobierno. A mí no tiene que darme explicaciones, pero me siento frustrado, engañado... Realmente me siento engañado porque me dijo que iban a hacer una cosa y luego fue otra (...) Si ha cambiado de posición, desde luego no se lo ha explicado a nadie y tendrá sus razones; me siento engañado y ha creado confusión en el partido y mucha más en el país".

Posteriormente, la mitad de la comisión ejecutiva del PSOE (17) renunció, impugnando las primarias y el congreso, con la consigna: “primero el país, después el partido”, aludiendo a colaborar con la investidura de Rajoy antes que resolver la crisis de dirección del PSOE.

Por su parte, a dos días del Comité Federal, la dirección del diario El País, del grupo Prisa, publicó una editorial insólita - “Salvar al PSOE”-, que incluso suscitó reparos en el comité de redacción, diciendo:   

“… Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso (…). Hemos sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulo a sus compañeros. Hemos comprobado que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de sus intereses personales, no de sus valores ni su ideología, bastante desconocidos ambos…”

Rajoy, a 10 meses después

Diez horas de agrias discusiones acabaron con la dimisión de Pedro Sánchez, quedando un  partido socialista sin proyecto, fracturado, desacreditado y entregado a apoyar al PP, su rival tradicional.

El gran triunfador ha sido Mariano Rajoy, que hace 10 meses reclamó la colaboración del PSOE para dar un gobierno estable, capaz de responder a las renovadas exigencias de la Comisión Europea de hacer nuevos recortes del gasto público y enfrentar la crisis territorial con Cataluña, luego que el gobierno catalán, con el apoyo de la mayoría del parlamento autonómico, se comprometiera celebrar un referéndum independentista, vinculante, sea con la legalidad española o la legalidad catalana,  en septiembre de 2017.

El desenlace de la crisis de formación de un nuevo gobierno satisface los reiterados requerimientos a la elite política tradicional (PP y PSOE) de empresarios y directivos de los grupos económicos y mediáticos españoles, de un acuerdo sólido que dé estabilidad política a través de lo que ya planteara Felipe González hace dos años: la “gran coalición”, aunque en este caso sea sólo para investir la presidencia de Rajoy con votos y abstenciones del PP, el PSOE y Ciudadanos.

Monday, July 04, 2016

EL PP GANA Y EL PSOE DECIDE

El PP y el PSOE que se han alternado en el gobierno durante 35 años ya no pueden hacerlo ni con los nacionalistas vascos ni catalanes. Tampoco con los partidos emergentes: Podemos y Ciudadanos. Sólo quedan ellos, que se unan en gran coalición, la fórmula alemana, pero uno u otro se rompería. Es la prueba del ocaso del pacto social de la Constitución de 1978.

Mariano Rajoy en la noche del 26J, como es: sereno

gana la derecha, pierde la izquierda

El Partido Popular (PP) ganó las elecciones generales al quedar en mejor posición para formar un nuevo gobierno que tras las elecciones del 20 de diciembre pasado (20D). Aumentó en 14 el número de diputados, de 123 a 137, faltándole el apoyo de 39 para conseguirlo.

Unidos Podemos (UP) -alianza de Podemos; Izquierda Unida (IU); Equo, ecologista; confluencias territoriales catalanas, valencianas, gallegas y mallorquinas- perdió las elecciones al quedar en tercera posición, sin posibilidades de influir en la formación de gobierno tras perder po más de un millón de votos, aunque mantiene los 71 diputados que obtuvo Podemos más IU el 20D.

Un resultado sorprendente que refutó todas encuestas que daban a UP como segunda fuerza, superando a los socialistas (PSOE) por primera vez en 40 años e incluso, algunos de los sondeos situaron a la coalición de Pablo Iglesias a tres puntos del PP. Al final, los pronósticos no alcanzaron a registrar el envión en horas que experimentó la candidatura del PP de Mariano Rajoy, un aumento de votos en  4,72 puntos respecto a las elecciones del 20D, del 28,72 al 33,03%.

La campaña se polarizó entre el PP y UP, mientras el PSOE, desorientado, parecía quedar fuera de competencia ante la nueva alianza de izquierdas. Mantuvo la segunda mayoría, quedando en posición de definir si hay o no nuevo gobierno. No obstante, el PSOE volvió a obtener los peores resultados de su historia: 106 mil votos y cinco diputados menos, de 90 a 85 respecto al 20D.  Ciudadanos, relegado a una cuarta posición, debilitado, perdió su capacidad de negociadora al recibir 314 mil votos menos y disminuir en ocho su representación, de 40 a 32 diputados.


En la última semana de campaña, los pronósticos decían que UP estaba a tres o cuatro puntos del PP y cinco sobre el PSOE. En sus mítines comenzó a corearse “a ganar al partido popular”, aunque el PSOE, en un último esfuerzo, parecía acortar distancias. A tres días de las elecciones sobrevino algo inesperado, contra todas las predicciones: la mayoría de británicos votaron la separación del Reino Unido de la Unión Europea.

Una bomba fabricada por británicos estallaba en su propio territorio. El efecto inmediato fue la  súbita perplejidad que se apoderó de los ciudadanos, incluidos a muchos de los que optaron por la separación. Desconcertados, un vacío vital se expandió  por todos los rincones del Reino. Ahora qué pasará, se preguntaban. Los triunfadores, incrédulos, eran  incapaces de responder a las preguntas que corrían a toda velocidad.

Una paisaje humano desolador, como si se fueran víctimas de un ataque desconocido, a gran escala, que impactaba a todos, dejándolos aturdidos, sumidos en el reino de la incertidumbre. Había la sensación de que la vida quedaba suspendida, en el aire, en una nube que se desplazaba fuera de control. Esas percepciones se trasladaron rápidamente sobre el continente.

Rajoy acierta

En España, a tres días de las elecciones, la nube contaminada ocupó las primeras planas de los medios, la bolsa española en un día se vino abajo como nunca, la reacción oficial por boca del presidente-candidato Mariano Rajoy, que había llamado a concentrar el voto en el PP, porque “si se divide se acaban aprovechando los malos” como identificó a UP en la recta final,  dejó caer su último mensaje: “no es momento para añadir incertidumbres”. Lo hacía a menos de 48 horas que se abrieran las urnas,

Esas palabras, dichas en medio de una inquietante desorientación en Europa, dieron vueltas por las cabezas de millares de electores durante el  “día de reflexión”(sin campaña). Resultado: la estabilidad se sobrepuso ampliamente a “los malos” de Pablo Iglesias,  que perdieron 1.062.704 votos, quedando terceros, a 375 mil votos del segundo, el PSOE.

el PSOE to be or not to be

Mariano Rajoy ha quedado en una posición favorable para formar gobierno, pero tendrá que vencer las grandes resistencias incoadas en cuatro años de excesos autoritarios, de desprecio por el debate parlamentario;  de corrupción extendida en el PP y de mano tendida a banqueros y grandes inversores y recogida para los sectores medios y bajos de la sociedad.

Cuenta a su favor con una mayoría de diputados a nivel estatal: el bloque de derecha (PP más Ciudadanos) tiene 169, mientras el de izquierda (PSOE más UP) tiene 156. Le faltarían 7 votos en caso que Ciudadanos renuncie al veto a Rajoy (no así al PP). Si no arriban, como probablemente sucederá, le quedaría una única alternativa: que el PSOE le facilite la investidura absteniéndose en segunda votación (los votos favorables a Rajoy sumarían más que los que votan en contra). 

Paradojalmente, el PSOE ha quedado atrapado entre ayudar a formar un gobierno del PP en minoría o terceras elecciones. La derrota de Sánchez – “ni apoyo ni abstención”-  ha incentivado a sus críticos internos que prefieren una negociación que evite a toda costa nuevas elecciones. Mientras tanto Rajoy, fortalecido en sus filas, aspira a encabezar un gobierno mínimo.

Wednesday, June 15, 2016

EL ÚLTIMO RECURSO: EL MIEDO

A 10 días de las elecciones, los españoles, cargan con una crisis que lleva 8 años, gobernados por un partido sumido en la corrupción, reaccionan: hunden el bipartidismo de conservadores y socialistas, sostén de la Constitución pactada entre franquistas conversos y demócratas. Pero, el PP y el PSOE no terminan de creérselo. En estas segundas elecciones, en seis meses, las disyuntivas de los partidos de nuevo serán: mantener statu quo con ajustes o cambiar la orientación política hacia un nuevo pacto constitucional, o una opción, a la que se le teme, pero factible, más aun si no se ha aprendido a leer lo que votan los ciudadanos, como es la de convocar a terceras elecciones.

¿con quién pactará usted?

El debate de cuatro candidatos a presidente de gobierno de España, a 14 días de los comicios, despejó el sentido del voto de los ciudadanos españoles el próximo domingo 26 de junio (26J):  O votan por un gobierno de Gran Coalición conservadora – liberal – socialista, con la variante de un gobierno de derecha minoritario, o lo hacen por un gobierno de Coalición Progresista, de unidad popular (Unidos Podemos) - socialista.

Ante más de 10 millones de telespectadores, los periodistas preguntaron a Mariano Rajoy Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias con quién pactarían después del 26J. Rajoy, sin entusiasmo, planteó buscar un acuerdo de gran coalición, pensando en el Partido Socialista (PSOE) y Sánchez eludió, sin vergüenza, contestar, enhebrando un discurso inverosímil: que el PSOE salía a ganar, como si se tratara de un partido de fútbol.  

Rivera, que ya suscribió un pactó con el PSOE, en marzo pasado, para investir como presidente a Sánchez, se pronunció a favor de una gran coalición, pero sin Rajoy (un 57% de los votantes del Partido Popular (PP) aceptarían reemplazarlo, según un sondeo del diario El País), única manera de intentar que los socialistas puedan al menos abstenerse en la investidura. Iglesias fue definitivo: queremos un gobierno de coalición con el PSOE.

la alternativa conservadora

La Gran Coalición es una fórmula política destinada a dar estabilidad al sistema. El principal referente es Alemania con el gobierno de la democracia cristiana y la socialdemocracia. En el mismo sentido se ha configurado la gobernanza europea, con una Comisión encabezada por  conservadores, acompañados de liberales y socialistas. Mientras la Coalición Progresista surge como una fórmula alternativa, que alude a cambios que reorienten el curso político, económico y social en España, una opción nueva, sin referentes en Europa.  

De acuerdo a las encuestas, la Gran Coalición, de momento, sólo puede ser encabezada por el PP, que supera en 8 a 9 puntos al PSOE y el concurso de Ciudadanos, cuarto en las encuestas con el 15-16% de los votos. Hasta ahora, el PSOE y Ciudadanos han sido claros en rechazar el liderazgo de Rajoy, pero podría variar si el PP acuerda desplazarlo, abriendo así, una negociación.

Pero, además, la alternativa de estabilidad requiere de un cambio político en el PSOE. Si se confirman los sondeos, los socialistas ocuparían, por primera vez en 39 años, el tercer lugar, (4 a 5 puntos por detrás de la unidad popular de Podemos-Izquierda Unida y las confluencias catalana, valenciana, gallega y mallorquina), lo que muy probablemente acabaría con el liderazgo de Pedro Sánchez, como ya se intentó en enero pasado, después de las elecciones del 20D, en las que el PSOE obtuvo los peores resultados desde 1977.

Su rival interno, la presidenta andaluza, Susana Díaz, apoyada por la mayoría de los barones del PSOE y la simpatía de la “vieja guardia”, en la que sobresale el ex Presidente Felipe González, en la proclamación, en mayo pasado,  le puso exigencias muy difíciles de cumplir: “para que el PSOE gobierne tiene que ganar las elecciones y si ganamos con Pedro Sánchez, será presidente en una semana”. La Gran Coalición sería un pacto PP, PSOE y Ciudadanos, sin Rajoy y sin Sánchez.

la alternativa progresista

La alternativa de Coalición Progresista está en auge. Los pactos de Podemos, de Pablo Iglesias, con las confluencias de diferentes territorios se confirmaron sin contratiempos, y se agregó la alianza con Izquierda Unida, que con el 3,6% y 923.000 votos, en el 20D, superaría la votación socialista y lo más probable en número de escaños.

Otro  elemento que estimula a la alternativa progresista es la delantera que han tomado los partidos situados a la izquierda respecto de los de la derecha: Unidos Podemos y el PSOE podrían reunir entre 166-172 (a cuatro votos de la mitad más uno -176) y el PP y Ciudadanos entre 156-160, según la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), realizada a 17 mil personas a comienzos de junio. 

Sin embargo, la formación de un gobierno de coalición progresista es poco probable, porque con el golpe anímico y político que recibiría el PSOE siendo tercero, difícilmente podría asumir  un acuerdo liderado por Pablo Iglesias, más aún, si ni siquiera Sánchez pudo, o no lo dejaron, liderar un gobierno de coalición con Iglesias después del 20D.

el miedo, del PP y del PSOE

En todo caso, es casi seguro que el PSOE quedará con las llaves para inclinar los resultados hacia uno u otro tipo de gobierno: si de Gran Coalición o un gobierno minoritario de derecha mediante la abstención socialista, con la perspectiva de nuevas elecciones en un medio plazo o un gobierno progresista compartiéndolo con Unidos Podemos, sea Sánchez o Iglesias presidente.

Tras el debate de los candidatos, aparentemente sin efectos importantes, se intensifica una campaña donde ya surge el miedo como un componente destacable: El PP llama a elegir: Rajoy o el caos, la alianza de Podemos e Izquierda Unida y confluencias,  y Sánchez, tras su fracaso en el debate, el peor evaluado por los ciudadanos en las redes y los expertos, acude al factor emocional: infundir el temor a que la izquierda sea dominada por  los que ya alguna vez mencionó: “la extrema izquierda” de Podemos liderada por Pablo Iglesias.

Pase lo que pase, gobierne quien gobierne algo sí importante ha cambiado en la política española: la confirmación del fin del bipartidismo que daba estabilidad a la Constitución de 1978, marcada por los temores a la involución franquista de entonces, y que el PP ha degradado haciendo irreconocible sus rasgos sociales, descentralizadores e incluso erosionando las garantías a la libertades ciudadanas, con leyes de corte autoritario.

El 76% de españoles pierde el miedo

Los españoles que viven su octavo año de crisis económica, social, y política, aumentada por la corrupción sistémica del PP y su autoritarismo, de baja intensidad, contra las instituciones catalanas, han reaccionado. Según el barómetro de Metroscopia de junio, El 76% considera positivo que los partidos políticos busquen alianzas de gobierno pese a las incertidumbres y complicaciones, pero los “partidos mayoritarios”, el PP y el PSOE no acaban de aceptarlo del todo y aún se resisten a asumir sus consecuencias.

Thursday, May 19, 2016

EL PSOE, A CINCO MESES DE SUS PEORES RESULTADOS

Pedro Sánchez, abanderado del PSOE, se presenta como alternativa de izquierda. Ahora, su poderosa rival en la sombra, Susana Díaz, le exige que gane y en “una semana” sea presidente, como el Felipe González de los 80. Todo esto, en una campaña de un mes, ante el escrutinio de unos ciudadanos que, hace seis meses, desahució las mayorías absolutas y el bipartidismo. El PSOE parece ir más delante de lo que aparenta la realidad.  El 26-J se confirmará si los deseos socialistas se avienen, o no, a la nueva realidad multipartidista de la política española.



Las elecciones: ¿un plebiscito?

El PSOE no se recupera del impacto de los ciudadanos de cargarse el bipartidismo. A cinco meses del 20-D, Pedro Sánchez define la repetición de las elecciones, 26-J, como un plebiscito entre el PSOE y el PP: Sí o No al cambio. Un discurso que intenta superar a la nueva realidad multipartidista.

Un tercio de los ciudadanos (33,8%) optó por no votar al PP y el PSOE, luego de ocho años de crisis económica y políticas de austeridad. Los recortes sociales y reformas estructurales del gobierno socialista de Zapatero consiguieron 5,2 millones de españoles sin trabajo (22,8%) en diciembre de 2011 y que el  gobierno conservador de Rajoy profundizó, elevando a 6,2 millones (27,1%) de desocupados, en el primer trimestre de 2013. Su gobierno acaba con 4,8 millones de parados (21%), según cifras del INE del primer trimestre de 2016. 

Estos indicadores sintetizan lo que sucede a la vida de millones de españoles empobrecidos y que en parte explican el rechazo al bipartidismo del PSOE-PP que en 2008 les votó el 83,81% de ciudadanos y que en 2015 han recibido el 50,73% de los votos.

En ese lapso, el PSOE perdió la mitad de los votos y 79 diputados; más todavía, el PSOE registró el pasado 20-D el peor resultado electoral en los 38 años de democracia.  En ocho años de crisis, el PSOE no se ha presentado como partido unido, sus liderazgos han carecido de fortaleza, y la estrategia confusa, sino irreconocible.

“PSOE si no sale a ganar, no es el PSOE”…

En julio se cumplen dos años de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE y su  desempeño no ha logrado cohesionar al partido. Las disputas de poder se sienten, especialmente si las expresa la lideresa andaluza, Susana Díaz, apoyada por la mayoría de los barones territoriales y la simpatía de la “vieja guardia”.

Una vez fracasada las negociaciones para formar gobierno, Díaz mostró los límites de Sánchez, sentenció: “con 90 escaños y un Congreso de derechas es imposible formar gobierno” y acabó diciendo: “estos cuatro meses deben quedar en el olvido”.

Como una manera de transmitir unidad, Sánchez le pidió a  Susana Díaz que hiciera la presentación de su candidatura ante el Comité federal. Una oportunidad que Díaz no se desaprovechó: “El día que el PSOE no salga a ganar, no será el PSOE, será otra cosa”, soltó. 

 … la exigencia de Susana Díaz

Díaz le exigía la victoria: “para que el PSOE gobierne tiene que ganar las elecciones y si ganamos con Pedro Sánchez, será presidente en una semana”. Por lo tanto, el triunfo tiene que ser amplio de modo que la negociación sea mínima para formar gobierno en días.

Un deseo triunfador, pero envenenado, porque el marcador que pone Díaz a Sánchez implica que los ciudadanos revivan el bipartidismo a seis meses que lo desahuciaran, algo muy improbable. Y si no se consigue el objetivo, Sánchez difícilmente podría mantenerse como secretario general.

Pero, el candidato sigue la pauta: presenta un “gabinete en la sombra”, una figura propia en países con bipartidismo, como el británico; designa personas experimentadas de las administraciones de González y Zapatero y profesionales de diversos ámbitos de la política, de la europea a la local.  Así busca dar cohesión al PSOE, una imagen solvente y de respaldo a la idea de cambio.

La incoherencia de Sánchez

Sánchez se presenta como el abanderado del cambio de izquierda, lo hace evocando a Adolfo Suárez, icono del centrismo español,  e integrando una gama transversal de intereses. Sus límites, o “líneas rojas”, los sitúa en la derecha conservadora de Rajoy y en lo que comienza a llamar “la extrema izquierda” de Iglesias (Podemos) y Garzón (IU)

Los esfuerzos de Sánchez se debilitan cuando surgen iniciativas como la Partit Socialista del País Valencià-PSOE, que gobierna la Comunidad valenciana en coalición con Compromis y el apoyo parlamentario de Podemos. Su presidente, Ximo Puig, propuso listas conjuntas con la izquierda para el senado, pero fue rechazada en el acto por Sánchez.

El pacto propuesto habría significado, muy probablemente, dejar en minoría al PP en el senado, clave precisamente para reformar el senado y convertirlo en una cámara territorial, uno de los objetivos principales en su política territorial, a la que el PP se opone. Sánchez presenta problemas para viabilizar su alternativa de cambio.

PSOE: ¿alternativa o problema?

¿Por qué Pedro Sánchez descarta, sin discusión, una alternativa que podría significarle un acuerdo con Unidos Podemos (la alianza Podemos-IU) en un asunto importante de su política, y abrir posibles acuerdos para una investidura en caso que fracasara en revivir el bipartidismo?

Una incógnita que abre otra: ¿Pedro Sánchez no tiene margen para pactar hacia su izquierda, pues si lo hiciera  sería fracturar el PSOE o el comienzo del fin de su ascenso político?  Lo que se va despejando es que el problema de fondo está en el PSOE, que  aclare sus proyectos y decidir con quienes establece alianzas: con las izquierdas o las derechas.  

Friday, May 13, 2016

UN REFRESCO PARA EL DESEMPATE

Cayó el bipartidismo hace cinco meses. Podemos e Izquierda Unida (IU) acuerdan una alianza electoral a diez días de que el Rey Felipe VI convocará a nuevas elecciones para el 26 de junio (26-J). Por primera vez en 38 años, una alianza, a la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), podría disputarle el gobierno al Partido Popular (PP). Mariano Rajoy advierte: “asoma una coalición de extremistas radicales, un disolvente de todo lo bueno”; Pablo Iglesias invita: “no entendemos al PSOE como nuestro adversario, sino como aliado” y Pedro Sánchez dice: "no gracias” al convite de Podemos a hacer listas conjuntas para el senado.

Alberto Garzón y Pablo Iglesias escenifican el acuerdo en Plaza Sol (Madrid)

La decepción ciudadana

Los ciudadanos vuelven a las urnas. No hubo caso, los partidos políticos, en 90 días, no  fueron capaces de de formar un gobierno. El vencedor, Mariano Rajoy (PP) ni siquiera lo intentó. El segundo, Pedro Sánchez (PSOE) sí, pero fracasó: la mayoría del Congreso de los Diputados rechazó su investidura basada en un pacto con Albert Rivera (Ciudadanos) y después no pudo doblegar la resistencia de Pablo Iglesias (Podemos) para sumarlo a la votación de un gobierno monocolor.

Sin bipartidismo, el PP y el PSOE, primero y segundo el 20-D, no supieron construir una alianza de gobierno desde el multipartidismo; y ahora todos deberán buscar cómo retransmitir confianzas y convencer a unos ciudadanos decepcionados. Las diversas alternativas políticas, ahora ante la decepción ciudadana, tendrán que mostrar un talante más amable, más dúctil, más persuasivo y convincente, con capacidad de atraer más que de repeler al adversario.   

Una alternativa desde la izquierda

Podemos e Izquierda Unida (IU) han saltado al nuevo escenario electoral. Podemos, en su estreno  en elecciones generales españolas, hace seis meses, optó por mostrar fuerza propia, desdeñando a Izquierda Unida; ahora no titubeó en abrirse y buscarla. IU, perjudicada por la ley electoral (con 923 mil votos eligió 2 diputados), no sin problemas internos, aceptó.

Ambas formaciones en menos de dos semanas suscribieron un acuerdo electoral, con 50 puntos programáticos que enfatiza medidas de “rescate social”. En consultas a sus miembros, el 87,8% de los 23.109 votantes de IU apoyó la alianza y el 10,5% votó en contra; y el 98% de los 144.540 votantes de Podemos ratificaron el acuerdo y el 2% lo rechazó.

Irrumpe la novedad en esta “segunda vuelta electoral”, -inédita en la democracia española- como es la opción de Podemos-IU-confluencias territoriales (Compromis-Podemos, en Valencia; En Comú–Podem, en Cataluña y Las Mareas-Anova, en Galicia) que podría desplazar al PSOE a una tercera posición. Según a los resultados del 20-D, la opción Podemos-IU- confluencias sumarían 500 mil votos más que los obtenidos por el PSOE.

Las reacciones: PP, Ciudadanos y PSOE

La nueva alternativa, cuajada a un mes de iniciarse la campaña, ha provocado que la derecha vuelva a verbalizar el lenguaje del miedo. Rajoy Mariano Rajoy ha advertido que “una alternativa extremista se asoma como un disolvente de todo lo bueno que tenemos: la unidad. la democracia constitucional y nuestro progreso económico”, mientras Albert Rivera concreta: “Podemos se ha quitado la careta y apuesta por el comunismo”, refiriéndose a IU, a la que hasta hace poco consideraban “un tesoro testimonial y decorativo”.

Pedro Sánchez ha encajado mal la iniciativa de Podemos-IU considerando que es una pinza con el PP, sin darse cuenta que la nueva situación sobre los términos de la campaña –que tenderá a polarizarse- es una de las consecuencias del error del PSOE de optar por un pacto con Ciudadanos y esperar el apoyo de Podemos en forma incondicional, como única alternativa de desplazar al PP del gobierno. 

Son las divisiones internas en el PSOE las que bloquean la posibilidad de discutir con Podemos un acuerdo. Las “líneas rojas”, de aquello que está vedado pasar -o negociar- en algunas materias económicas, sociales y territoriales son el resultado de las diferencias que surgen con la “vieja guardia” y en los diferentes territorios de España.

¿Hacia un gobierno progresista?

También, las actitudes del líder de Podemos, Pablo Iglesias, desafiantes, agresivas, especialmente en los meses en que el PSOE tenía la iniciativa para conseguir la investidura,  ensombrecen el panorama. No obstante, la actitud de Iglesias cambia en forma ostensible, coincidiendo con su alianza con IU.

Fija la perspectiva de la coalición con IU y confluencias en formar una alianza de gobierno con el PSOE desde la posición que los ciudadanos decidan: “no entendemos al PSOE como adversario es el PP, sino como aliado” y apela a la reflexión y asumir un sentido común para producir el cambio de gobierno, restarle al PP peso en las instituciones, como en el senado e iniciar una etapa de cambios con nuevas políticas.

La suerte de de la alternativa Podemos-IU-confluencias dependerá de su capacidad de que consiga credibilidad en una amplia ciudadanía escéptica y desilusionada. Ello requerirá de discursos y actos claros y coherentes.

En este sentido, la convivencia interna en la campaña, el tratamiento serio, persuasivo de temas económicos, sociales, territoriales, europeos y de regeneración democrática serán pruebas para recibir confianza, así como llevar una discusión exigente y con altura ante potenciales aliados y adversarios.

Wednesday, May 04, 2016

ESPAÑA: ENTRE EL ORDEN Y EL CAMBIO

El empobrecimiento con el aumento de la desigualdad mezclado con corrupción política y autoritarismo gubernamental hunden el bipartidismo. Las elecciones generales de diciembre pasado anunciaron un cambio de época que los partidos tradicionales –PP y PSOE- aún no asimilan, mientras nuevos partidos no acaban de diferenciarse lo suficiente ante la opinión ciudadana. El dilema del 26 de junio (26-J) es hacia un social-liberalismo conservador o una social-democracia transformadora.

Mariano Rajoy, PP; Pedro Sánchez, PSOE; Pablo Iglesias, Podemos; Albert Rivera, Ciudadanos
    
El ocaso del bipartidismo

El Rey Felipe VI ha disuelto las Cortes españolas, después que los partidos políticos fracasaran en el intento de formar gobierno, después de más de cuatro meses de las elecciones del 20 de diciembre pasado (20-D); ¿Qué ha sucedido?

El 73,2% de los españoles que votaron el 20-D expresó contrariedad con uno de los aspectos medulares del sistema político establecido en la transición democrática: el bipartidismo, inducido por mecanismos electorales que favorecen la formación de mayorías sólidas que den estabilidad al sistema.

En las 10 elecciones generales, desde 1979 hasta 2011, las dos primeras mayorías reunieron no menos del 64% de los votos, exceptuando la de 1989, que sumaron el 59,49%. Más aún, en las últimas seis elecciones, de 1993 a 2011, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sumaron un promedio del 77,29%.

El 20-D, el PP y el PSOE lograron reunir sólo el 50,73% de los votos con la irrupción de dos fuerzas emergentes: Podemos (2014), proveniente de los movimientos sociales surgidos durante la crisis económica y Ciudadanos (2007), formado por sectores profesionales e intelectuales que rechazaron el ideario del catalanismo en sus versiones nacionalistas e izquierdas y que en 2015 decidieron extenderse por toda España.

Crisis, corrupción y políticos

Así como el movimiento de los indignados del 15- M, en 2011, sacudió la indiferencia ante la crisis económica y social, ahora, la mitad de los ciudadanos han removido uno de los pilares de la arquitectura política de la Constitución del 78:  

Una ciudadanía harta de comprobar diariamente como banqueros, empresarios y políticos, responsables de la crisis, son los mismos que aparecen en tramas de corrupción, en la que sobresalen políticos que se aprovecharon de sus posiciones de poder, conectados con bancos y empresas fraudulentas.

La desigualdad en España, sólo superada por Chipre, es la que más se ha extendido entre los 28 países europeos. Es el resultado de la forma de gobernar una crisis que cumple ocho años. El 1% de los más ricos recibe lo mismo que el 80% más pobre y la pobreza aumenta con una desocupación (21%) que no baja del 20% desde hace cinco años y medio, a pesar de las reformas laborales  de talante neoliberal. En este tiempo, el PP, el partido de gobierno de mayoría absoluta, continua engrosando la lista de imputados – 354 reconocidos militantes- por jueces que investigan casos de corrupción.

Gran coalición o coalición de izquierdas

Los resultados del 20-D fueron de tal magnitud que el PP, primera mayoría (123 diputados), rehusó el ofrecimiento del Rey a formar gobierno, porque no tenía apoyo de otros partidos. En cambio, el PSOE (90 diputados) aceptó, tomó la iniciativa para formarla y no lo logró después de 90 días de negociaciones. Nunca había ocurrido esta situación en 39 años, en 1977, cuando fue la primera elección general, en plena transición.

La nueva situación dejó a un PP en solitario, con la posibilidad de lograr el apoyo de Ciudadanos (40 diputados) y quedar a 30 votos de la mayoría. La mayoría del PSOE encabezado por Pedro Sánchez resolvió no negociar con el PP, desoyendo voces como las de Felipe González: “Ni el PP ni el PSOE deberían impedir que el otro gobierne”, decidido partidario de intentar una gran coalición semejante a la de Alemania.

Sánchez desechó la alternativa de gobierno de “gran coalición” y también la de Podemos: gobierno de “coalición de izquierda”, encabezado por Pedro Sánchez. Éste prefirió ensayar un gobierno de “reforma y progreso” basado en un “pacto de centro” con Ciudadanos y luego buscar el voto o la abstención de Podemos, Compromís e Izquierda Unida para sacar al PP del gobierno.

Por qué no hubo gobierno

El PP con la primera mayoría está aislado políticamente, sin apoyos para ser gobierno; ha resistido en forma pasiva este periodo, esperando el fracaso del PSOE y enfrentar las nuevas elecciones (26-J) con la expectativa de validar su primera mayoría, ampliando la diferencia respecto del segundo.

El PSOE, que el pasado 20-D obtuvo el peor resultado electoral desde 1977, quedó inmovilizado por sus dificultades para pactar con la derecha: “la gran coalición”, a riesgo de  dejar el espacio de izquierdas a Podemos o para pactar con la izquierda: “gobierno de coalición progresista”, lo que podría acarrearle severas fracturas o deserciones internas. Fracasada su estrategia, espera mantener el segundo lugar, amenazado por la formación de una nueva alternativa  de izquierdas que incluiría por lo menos Podemos, Izquierda Unida, Compromís (valenciana) En Comu-Podem (catalana) y las Mareas (gallegas).

Podemos fracasó en su intento de atraer al PSOE a una alternativa de izquierdas. Erró en su estrategia agresiva, a veces arrogante, que incluso le provocó molestias internas. Tenía fundamentos en su discurso, pero sus formas dejaron entrever que prefería una nueva oportunidad para su alternativa de izquierdas e intentar superar al PSOE en votos el 26-J. Para ello se propone confirmar su alianza con Compromís, En Comu-Podem, Mareas  y la novedad: Izquierda Unida, con quien no quiso pactar el año pasado.

Ciudadanos, el cuarto actor, se movió con más libertad en el nuevo escenario que exigía apertura, diálogo y pacto. Hizo esfuerzos por constituir la gran coalición con el PSOE y el PP. Atrajo al PSOE y no le dejó margen para completar su idea de extender la alianza por la izquierda. Presionó al PP, que se resistió hasta el final a una fórmula que arriesgaba dejar fuera a Rajoy.  El PP ya había ya decidido: o Rajoy o nuevas elecciones.        

El cambio, a medio camino

Todas las voces señalan que el inédito cuadro multipartidista se mantendrá el 26-J, pero sí podrían alterarse las posiciones o las diferencias entre los cuatro partidos. El PSOE podría verse superado si prospera una nueva alternativa de izquierda. Ésta, según el resultado del 20-D, podría superar al PSOE por más de 500 mil votos con la suma de Izquierda Unida. Por otra parte, Ciudadanos, valorado por su actitud pactista de centro-derecha, espera una subida que le permita ser más decisivo en la formación de una gran coalición social-liberal-conservadora.

Los partidos tradicionales, PP y PSOE, defenderán sus posiciones de primero y segundo, respectivamente. Es probable que el PP lo consiga, pero el PSOE, desgastado por 90 días de negociaciones malogradas, podría caer a una tercera posición, abriendo nuevas incertidumbres en el vibrante cambio de época de la política española.   

Monday, January 25, 2016

LOS VERDUGOS DEL PRESIDENTE

El juicio contra los asesinos del ex Presidente Eduardo Frei Montalva es un test para: re-conocer fisonomía moral predominante en Chile; comprobar si el alto mando del ejército sigue con espacios a los que autoridades del Estado no pueden acceder y, ver si los partidos políticos, especialmente, los de la Nueva Mayoría (NM) reconsideran el camino de la desmemoria, anulando algo tan vigente como el decreto ley de amnistía de 1978.  

 Alejandro Madrid, 13 años como instructor de la causa por homicidio del ex presidente de la república, Eduardo Frei Montalva

La memoria de Eduardo Frei Montalva parece no suscitar nada, cumplidos 34 años de su asesinato. Frei fue un líder reconocido como reformista y modernizador; también controvertido en la derecha, la izquierda y en su propio partido. Justificó el golpe de estado contra la Unidad Popular de Salvador Allende y, años después, se puso al frente de la oposición a la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet.

Entonces, como dice la ex senadora Carmen Frei, su hija: “fue su sentencia de muerte”, cuando tras encabezar el No a la Constitución de 1980, dedicó sus esfuerzos a preparar un movimiento para terminar con la dictadura, entre otros, con el líder sindical Tucapel Jiménez, asesinado por agentes de la dirección de inteligencia del ejército (DINE), un mes después que Frei, en febrero de 1982.

El silencio de “la inteligencia del ejército”

Después de la lectura de las 14 mil hojas, en 47 tomos, de la investigación del juez Alejandro Madrid, sobre la eliminación de Frei, su hija no duda: “fue una operación de inteligencia del ejército”, mientras el comandante en jefe, general Humberto Oviedo niega, cuantas veces le preguntan, que el ejército tenga información sobre el caso, contradiciendo declaraciones que constan entre los folios del expediente reunido por el juez durante 13 años.

Asoma de nuevo “el pacto de silencio institucional” denunciado, en julio pasado ante un tribunal, por un ex conscripto integrante de la patrulla del ejército que quemó a Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana, en 1986. La revelación conmovió a la opinión pública y la presidenta Bachelet, después de una entrevista con la sobreviviente de esos hechos, hizo un llamado a romper ese silencio, sin embargo éste continúa rigiendo en la institución militar, ante la impotencia del gobierno y la pasividad de los partidos de la Nueva Mayoría.

El alto mando del ejército es un obstáculo para completar el trabajo del juez Madrid: establecer identidades y responsabilidades penales de quienes planificaron y materializaron la eliminación del ex Presidente de la República. Por ahora, son seis los inculpados: el médico del ejército, Patricio Silva, el agente de la CNI y el DINE, Raúl Llillo y el agente de la CNI, Luis Becerra, coautores; el médico de la DINA y CNI, Pedro Valdivia, cómplice y los doctores de la Pontificia Universidad Católica, Helmar Rosenberg y Sergio González, encubridores.

“nunca más” o más, nunca

Al proceso judicial, que podría revelar situaciones muy perturbadoras, se le interpone ese  silencio disciplinado del general Oviedo, manteniendo al ejército como prisionero de su pasado. Una decisión que asfixia el pronunciamiento del nunca más  de uno de sus antecesores, el general Juan Emilio Cheyre, en noviembre de 2004.

Tal declaración, la hace paracer, once años después, un acto de exculpación en vez de una promesa de regeneración; más aún si en este largo tiempo no se han tomado medidas coherentes con la palabra  expresada: ni se ha apartado de las filas a oficiales y suboficiales implicados en secuestros, torturas, homicidios y desapariciones de cuerpos, ni se ha degradado a los generales Pinochet y Contreras, reconocidos como los máximos responsables de los crímenes de lesa humanidad, ni se ha colaborado en plenitud con los jueces a cargo de causas de derechos humanos.

La ausencia de la NM

La presidenta Bachelet y el presidente Piñera dijeron que harían todo lo posible por lograr la verdad y justicia en el caso Frei. Nunca se ha sabido qué hicieron y con qué resultados. La comisión de Defensa de la Cámara de Diputados tragó el silencio del general Oviedo luego que le formulara preguntas sobre el caso, en septiembre pasado.  La Democracia Cristiana, decidió hacerse parte de la causa por el homicidio del ex presidente hace tres meses y medio.

Los presidentes de partidos de la NM, a excepción del demócrata cristiano, no concurrieron al acto de la conmemoración de su muerte, por envenenamiento lento el 22 de enero de 1982. Una oportunidad para que los partidos que sí estuvieron con Frei Montalva en el Caupolicán de 1980 -en común- dijeran algo para que el inminente juicio acabe con el reconocimiento de quién mató a Frei y deje fluir más justicia reparadora en un país en que aún se espera saber dónde están muchos de sus hijos.