Tuesday, December 19, 2006

PARA QUÉ ENGAÑARSE MÁS

El maestro de mi edificio trabajó para Augusto Pinochet en su casa de La Dehesa. Era un buen hombre, simpático, me decía. Un gobernante, como él, hace falta para eliminar de una vez a los delincuentes, agregaba con naturalidad. Cuando le pregunté por los secuestros, torturas, ejecuciones y despariciones, la respuesta fue espontánea: “usted sabe, siempre hay mandos medios que se escapan”.

Ya nadie rechaza la categoría de criminales de un Manuel Contreras, un Pedro Espinosa, un Marcelo Morén, un Miguel Krassnoff, entre otros ex miembros del Ejército, que delinquieron en nombre del Estado. Todos ellos recibieron una sentencia judicial de ser autores de actos criminales, los mandos medios que evocaba el maestro.

Los procesos abiertos contra Augusto Pinochet quedaron en el camino, en sus comienzos, lejos de una sentencia, de modo de que nadie pudiera afirmar en forma categórica su calidad de criminal, como el caso de sus colaboradores. “La democracia chilena nunca quiso encerrar a Pinochet”, afirma el escritor Antonio Skármeta en el diario El Pais (12 de diciembre 2006), es decir, llegar a dictar una sentencia o sanción por alguna de las 300 causas en su contra.

El valor de una sentencia judicial es la de una resolución que despeja una duda o presunción, estableciendo una verdad jurídica o demostración de que la acusación corresponde a los hechos investigados. En el caso de Pinochet, aunque son muchos los convencidos de que era criminal, incluso entre ex partidarios, al no haberse arribado a una sentencia judicial, no se estableció esa verdad, que podría haber cambiado el parecer de ese chileno de a pié, como el maestro de mi edificio.

La ambigüedad propia de la política permitió que en sus funerales, instituciones del Estado, como lo son las Fuerzas Armadas y Carabineros, le rindieran solemnes honores, mientras el Gobierno optó por no reconocerle el título de Jefe de Estado, sin perjuicio de participar de los honores como Jefe del Ejército, con la asistencia de la Ministra de Defensa.

El retrato aquí dibujado es otro más de la peculiar transición política chilena. Por un lado, un Ejército que le brinda al ex dictador un solemne funeral, jamás recibido por ningún otro Comandante en Jefe del Ejército, en el que su actual jefe, el general Oscar Izurieta justifica como inevitable el rol jugado por Augusto Pinochet al encabezar el golpe de estado, sin perjuicio de lo controvertido de su gestión en lo relativo a los derechos humanos.

Por otro, un Gobierno democrático que no reconociéndole al ex dictador las competencias de Jefe de Estado, se hace presente con una representante de confianza de la Presidenta de la República, participando de honores más propios de un dictador latinoamericano clásico - de derecha, cruel y corrupto como lo identificara el Ministro del Interior- que de un Comandante en Jefe del Ejército.

Para que engañarnos más, si Augusto Pinochet lo que hizo en calidad de Comandante en Jefe del Ejército fue ponerse a la cabeza de un cruento golpe de Estado, preparado por otros, en contra de un Gobierno democrático. Todo lo demás lo hizo en calidad de dictador (o de ex dictador) sostenido por las armas de unos pocos y el miedo de muchos.

7 comments:

Anonymous said...

El autoengaño se cura con el debate libre.

Anonymous said...

La historia demuestra claramente que las Fuerzas Armadas chilenas, cada cierto tiempo han intervenido en la vida política del país en beneficio de la misma casta social que convive con el poder del dinero, de las riquezas que debieran ser de todos.
Nunca los militares intervinieron "para cambiar las cosas" en beneficio del siempre postergado pueblo, de los marginados...
¡Y de que forma !, nuevamente los llamados soldados de la patria, con su tremendo poder de fuego le "declararon la guerra" a su propio pueblo, el 11 de septiembre de 1973.
Es cuestion de saber, entender y recordar en que lugar, comuna y ambiente humano de Santiago de Chile, tuvieron lugar las parafernalia excequias del ex ditador.
El ciudadano común, "el hombre de a pié" jamás le rendirá semejantes honores y colocará su nombre a alguna calle de su ciudad, pueblo o barriada.
Es asunto de mínima dignidad.

Anonymous said...

Espero que en una próxima entrada identifiques a esos "otros" que prepararon el golpe de Estado. Los militares y, sobre todo, los civiles.
Héctor

Anonymous said...

Cuando digo preparado por otros me refieroprincipalmente a oficiales del Ejército (generales Arellano, Bonilla, Torres de la Cruz) que estaban coordinados con oficiales de la Marina (Merino, Carvajal, Huidobro), Fuerza Aérea (Leigh y otros.Y civiles, se podría hacer una larga lista, pero quisiera simbolizarlos en uno, actualmente muy reconocido, incluso por ex Ministros de Allende, como es Agustín Edwards, quien ya el 14 de septiembre de 1970 en el despacho del Presidente Richard Nixon lo instaba a impedir a que Salvador Allende, elegido 10 días antes, actuara de modo que no asumiera el Gobierno.
Pablo Portales
Pablo Portales

Anonymous said...

Que bueno que se escriban sobre estos temas...osea ya la dicatura termino hace mas de 16 años y ya no puden hacer nada....fallecio un hombfre que salvo a los chilenos de las manos del comunismo ruso y eso nunca lo han destacado al igual que la decicion de cortar toda relacion con filipinas pero bueno asi es la libre expresion...
saludos y siga asi...

Anonymous said...

anonimo 2, se olvida de la noche de los sables de 1924 que obligaron al pdte alessandri a "pedir permiso" y del golpe de unos meses mas tardya en 1925 que comandado por marmaduke grove le trae de nuevo a Chile. el motivo de la asonada obligar al parlamento (otra vez los honorables) a dictar las llamadas leyes sociales.
anke

Anonymous said...

hola Pablo